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13/9/10
Aero-Mud
Tengo una clase nueva de ejercicio aeróbico! Es genial!
Necesitas:
-un lugar amplio lleno de barro, pero no barro de ese que dwcís “ay! Barro! Me patino que horror!”, sino barro con profundidades varias que van desde 10cm hasta medio metro. Barro y charcos. Si el terreno tiene una elevación (digamos, una subidita), mejor aún.
- botas de goma, mínimo hasta la altura de media canilla o la rodilla. Goma pesada pesada, de esa gruesa.
La actividad:
Al grito de “ahura” el/la alumno/a deberá correr desaforadamente, evitando caerse, perder una bota en el barro, siguiendo complicadas instrucciones que obligan a cambiar rápidamente de dirección. Se pueden hacer dos niveles: “simple” o “terreno con subida”.
Resultados:
El/la alumno/a se agitará y sudará en exceso, pero a su vez desarrollará importantes músculos en sus piernas y abdomen.
Texto para el spot publicitario:
En las praderas de Nueva Zelanda, los farmers corren a las vacas en terrenos complicados y llenos de barro, tratando de separar a aquellas que han parido de las que aún no lo han hecho. Durante este proceso, comprometen músculos de sus piernas y ponen en práctica habilidades que los simples oficinistas no. De aquí ha nacido “aero-Mud!! El revolucionario ejercicio que lo pondrá en forma en la comodidad de su patio!
El kit incluye: tierra arcillosa, botas de goma, 4 videos: Aprenda aero-mud, Aero-Mud, Aero-Mud Hard y Aero Mud Xpress.
(agua, vacas y subida NO incluidas en el kit. Los resultados pueden variar en cada persona)
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7/9/10
Hoy allá es mi cumpleaños
Hoy allá es mi cumpleaños. Lo cual quiere decir que ayer fui mi cumpleaños acá. Confuso, como siempre. Hace tres días que recibo saludos confundidos ya sea por cuestiones de husos horarios o por gente que se despista nomás.
Pasé un cumpleaños hermoso. A diferencia del año pasado, en esta ocasión tengo amigos cerca. El año pasado éramos Juan, Vecino argentino y yo, comiendo brownies y admirando el kilo de yerba mate que recibí de regalo. Suena deprimente, y en cierta forma lo fue... pero en esa ocasión, como en este año, recibí el cariño de toda mi familia, amigos, colegas y demás que estaban en Argentina.
Pero nadie lee este blog para deprimirse, así que detallaré los festejos de este año.
El sábado 4 aproveché que estábamos de franco e hice una cena en casa con amigos argentinos y los patrones. Sinceramente, no pensé que Kareen y Smith fueran a venir, pero se presentaron, a pesar del cansancio y el largo día. Fue bien argentino el tema: picadita previa, empanadas, vino, cerveza y fernet. Mucho idioma español, mucha cara de patrón desconcertado, muchas risas. Por fin pudimos explicarles a los jefes que se siente estar en un lugar donde no se entiende lo que otros hablan.
Notas de color del sábado:
- Les hicimos probar el fernet a los patrones. A Smith le encantó, se tomó dos vasos cargaditos, se asombró por la graduación alcohólica y pidió información al respecto. El domingo nos andaba pidiendo que le repitiéramos el nombre de la bebida, porque parece que durmió como un bebé después de esos dos vasos. Ya sabemos que le traeremos de regalo desde Argentina.
Kareen tomó un vaso y le gustó. El lunes a la mañana, cuando vino a buscar a sus hijos, me dijo que esa bebida nuestra era maligna. Se desveló, tuvo palpitaciones, no se durmió hasta las 3am. Dijo que Smith durmió como un bebé, así que cree que el problema es que ella sólo tomo un vaso. Habrá que traerle otra cosa de allá.
- Algún desubicado le preguntó a los Smith que pensaba de los argentinos. Digo desubicado porque cuando la relación es 10 argentinos – 2 kiwis no podés responder cosas malas porque te cagan a trompadas. El jefe la piloteó y dijo que éramos buenos trabajadores y mejores que los kiwis. Todos coincidimos en que omitió la parte de que éramos baratos.
- Smith haciéndole caras al bebé de una amiga, al estilo “¿Dónde está el bebé? ¡Acá ‘tá!”
El martes fue más tranquilo, porque todos trabajaban, incluido Juan. Aún así festejé mi cumple con Julia y Spencer, a quienes intenté llenar de torta para sacármela de encima. Luego de los saludos por Facebook, MSN, teléfono y en persona, mi amiga Romina (la mamá del bebé) me llamó para saludarme, y como Kareen me había dado la tarde libre, la invité a casa. Así que tomamos mate, comimos (más) torta, y comentamos lo vivido el sábado, nuestras desventuras al volante y demás nimiedades de la cotidianidad.
Aún no sé si iremos a cenar afuera, si nos quedaremos en casa, o que. Pero estoy feliz. Y me alegra saber que hay gente que me quiere, me saluda y se hace un tiempo para estar presente en mi cumple, ya sea por internet, con un llamado o una visita.
¿Estaré sensible o me estoy poniendo vieja?
Gente que tenía cosas MUY importantes (pero importantísimas, eh!) que hacer se tomó su tiempo y me diseñó esta tarjetita.¡¡Los amo EstudioMate!!
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30/8/10
Manden pastillas!
Me duele todo.
Me duelen las yemas de los dedos. Los dedos. Las manos. Ni hablar de los brazos!
Me duelen las piernas, y tengo moretones por todas partes.
Me duele la panza y la espalda.
Me duelen los talones, porque las botas me raspan.
Me duele la cabeza de tanto griterío de niño, de oveja y de ternero.
Tengo las manos hinchadas... y ni hablar de las pelotas!
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23/8/10
Desaparecida en calving season
Estuve desaparecida ya que anduve bastante cansada. Lo que pasó fue que en los últimos 10 días:
- Fui dibujada por Julia en 21 dibujos. A su vez, dibujé 7 cebras, 12 mariposas, 4 elefantes, una trompeta, 3 tortugas, 1 caracol (de tierra), 40 moños y 2 jirafas.
- Construí con la nena dos sonajeros, dos tambores y utilicé para ello un tubo de rollo de cocina (ya terminado, sólo el cartón), dos latas de alimento para bebé, granos de maiz, 3.8 metros de cinta adhesiva y 4.5 metros de papel aluminio.
- cambié aproximadamente 7 pañales cagados, con la necesaria limpiada de culo del pequeño Spencer.
- Limpié 28 veces la mocosa nariz de Spencer y 3 veces la nariz de Julia.
- Alimenté con una especie de mamadera a 20 terneras y 3 toritos, mientras restantes terneras y toritos me atacaban y trataban de succionar las ropas.
- Levanté un promedio diario de 15 baldes de leche de 15litros cada uno.
- Adopté a Piba, la oveja maravilla. La hiajeputa se la pasa balando como una desquiciada y escapando de la caja que le construyó Juan de apuro.
- Alimenté a Piba tres veces al día con un tarro vacío de mostaza (no le compré mamadera todavía).
- Hice 3 siestas de 30 minutos y 2 de 10 minutos.
- Cociné 10 almuerzos y 8 cenas. Preparé aproximadamente 38 sandwiches para que Juan desayune o meriende.
- Lavé un total de 4 lavarropas llenos, con su consiguiente tendida de ropa. En una ocasión llovió, así que tuve que centrifugar todo nuevamente y tender dentro de casa la ropa.
- Mi mouse (el de la PC) murió. Estuve tres días con esa cosa que trae la notebook, lo cual hacía que todo lo que hiciera en la compu me llevara el triple de tiempo.
- Compré el mouse más barato que encontré. Es un ladrillo con cable y conexión USB. Cada vez que clickeas hace el mismo sonido que al apretar el Magiclick
- Prendí la estufa (si, con todo el proceso que eso lleva) 4 veces.
- Tuve diarrea, así que perdí aproximadamente 45 minutos más de los usuales en el baño.
A eso sólo se le debe sumar la limpieza general de la casa, las compras en el supermercado, bañarme, una clase de inglés y 5 capítulos de Lost.
Y bueno... tarde o temprano tenía que trabajar, ¿o no?
Les dejo una foto de Piba, la prueba viviente de que me quizás me esté convirtiendo en farmer.
Piba, la oveja maravilla. Nunca pensé que una oveja podía balar TAN fuerte. |
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12/8/10
Esos locos bajitos
Como Kareen llevaba a los niños a la mañana con ella a alimentar los terneros (tarea que en breve desempeñaré nuevamente) y está haciendo un frío tremendo, me preguntó si yo podía cuidar de ellos en ese rato. Viendo y considerando que necesito dinero si quiero llegar a Argentina, acepté gustosa.
Mi última experiencia entreteniendo niños fue en el Jardín de Infantes, donde yo misma era una niña. Mi conocimiento de lo que hacen o no hacen a cada edad es nulo. Mi habilidad para manejar dos niños pequeños a la vez es precaria. Julia tiene algo de 4 años, y le encanta hablar, preguntar, contar, preguntar sobre lo que contó... en inglés. Su hermano Spencer tiene un año y medio, y está en esa edad donde es feliz caminando de un lado al otro, porque recién está empezando a caminar.
Como sabía que a Julia le gustaba pintar y dibujar, me senté con ella a hacer unos dibujos. Mayor fue mi sorpresa al ver que no tiene ningún sentido de las formas, los colores o la diagramación. Lo único que hizo fueron líneas, rayas y garabatos de colores, uno por hoja, sin sentido alguno tampoco de la ecología y el cuidado del papel. Mi plan macabro de entretenerla durante eso con horas se esfumó al instante.
Mientras tanto, Spencer lloraba en la puerta de casa, mirando hacia afuera, con la fuerza y tristeza que sólo un niño que se siente abandonado por su madre en manos de una inmigrante puede llorar. A los 5 minutos, al ver que Julia y yo jugábamos con una pelota, se acercó y se calmó, aunque de vez en cuando largaba un llantito, para expresar su desacuerdo con la situación.
Julia exigía mi constante atención, ya que para ella “había venido a casa a jugar conmigo”. Spencer iba de acá para allá pateando la pelota, pasando a centímetros de los bordes de la mesa, de cables, intentando subirse a los sillones. Si miraba a uno, perdía de vista al otro. Julia insistía en salir a jugar al parque, bajo la lluvia y el viento huracanado. Spencer entendió el gesto de que Julia iba a abrir la puerta y se excitó pensando en su libertad. Cuando logré entretener a Julia con su muñeca, el pibe descubrió una puerta corrediza y la abría y cerraba poniendo en riesgo sus deditos. Encima el pendejo se cagó, y cuando me vio agarrar los pañales se largó a llorar y a correr, por lo que decidí que no podía lidiar con una cambiada de pañales. La nena decidió armar nosequé con sus bloques (no le entendí que quería construir), mientras el chiquito se divertía enredándose en una cortina junto al televisor. Ya se estaban terminando los bloques, cuando pasó lo mejor: Kareen llegó de trabajar a buscar a sus retoños. Los dos corrieron a abrazar a su mamá, y yo también la quise abrazar, porque había sufrido mucho y tenía miedo de que Spencer tuviera razón y nos hubiera abandonado allí para siempre.
Fue la hora y veinte minutos más largos de mi vida.
No sé como aguantaré el resto del mes.
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9/8/10
Fast and Furious
Creo que he manejado más kilómetros desde que estoy acá que lo que manejé en toda mi vida. Y no porque viva lejos de la “civilización”, sino porque no manejaba mucho en Argentina. Es más, me remitía a ser mera pasajera de los autos. Debido a mi poca experiencia, mi temor a andar por la calle es enorme. Y como siempre, todas las cosas raras me pasan a mí. Pero antes de entrar en detalle en mis aventuras al volante, creo que deben entender el trasfondo de mi poca experiencia y, por ende, mis temores.
A los 18 años (creo) mi mamá me pagó unas clases de manejo, ya que habíamos comprobado a fuerza de ensayo y error que ningún familiar podía enseñarme a manejar sin gritar, enojarse, putear o desheredarme. Di el examen teórico y práctico y así obtuve mi carnet de conducir, de la manera legal correspondiente.
Con mi registro manejé, sin exagerar, 5 o 6 veces más (en los 5 años de vigencia que tiene el mismo), todas amontonadas en 3 meses. Resultó ser que sin importar que yo hubiera aprendido a manejar, y que la Dirección de Tránsito lo avalara, temían que chocara y saliera una fortuna el arreglo. De esas veces que manejé choqué el auto contra una columna, haciendo marcha atrás, en la cochera vacía donde mamá guardaba el auto.
Diez años después, necesité no sólo un registro al día, sino un registro internacional para venir para acá. En esos diez años mi registro anterior había dormido en un cajón perdido de la casa de mamá, vencido, ya que al vivir en La Plata no manejaba, y en el poco tiempo que estaba en Mar del Plata me dedicaba a ser transportada. Nuevamente, mi familia (y ahora también Juan) trataron de refrescar mis conocimientos de manejo de vehículos. Como bien se dice, el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, así que al segundo grito, llanto y puteada desistimos todos, y me senté con la guía de teléfonos a buscar una academia de conductores... 10 días antes de subir al avión a NZ.
Como era invierno, y el brote de gripe porcina había generado una paranoia más grave que el mismísimo brote, todas las escuelas estaban cerradas, por lo que todos los boludos peatones como yo estaban aprendiendo a manejar. La única academia que me tomó me dio las 3 clases que necesité a las 7am, no sin antes mirarme con asombro al decirles que necesitaba en 5 días un registro de conducir para sacar uno internacional para ir a manejar al culo del mundo, con el volante del otro lado del auto. Llovió todos los días desde mi primera clase, pero por suerte el día de mi examen práctico el sol salió y pude demostrar que manejaba lo suficiente como para aprobar el examen. (Comento lo de la lluvia porque la Dirección de Tránsito NO toma examen si llueve, llovizna o lo que sea).
Así que a 5 días de subir al avión que me trajo hasta aquí, me fui caminando a retirar mi registro local y lo llevé caminando al Automóvil Club para que me dieran el internacional. Y dos días antes de mi partida, Juan me llevó en el auto de mamá a buscarlo. Heridos: 0 Kilómetros recorridos usando mi registro nuevo: 0
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4/8/10
Ese rincón del alma DIET
Lo más difícil de hacer dieta en NZ es que no se ven productos “light”, “bajos en calorías” o “Ser”. Nada tiene su versión dietística (es decir, uno allá tiene dulce de leche y dulce de leche light; manteca y manteca light; pollo y pollo light; etc). Ahí te das cuenta que hiciste dieta en base al packaging.
Y que todos llevamos la culpa de un despilfarro de dinero en productos light en un rincón del alma.
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30/7/10
De un año a esta parte
Hace un año atrás cargué todo lo que pude en dos valijas, y me vine a Kiwilandia. De más está decir que en dos valijas de 23 kilos cada una no entra toda la familia, los amigos, los libros, la música, la taza preferida, la ropa que no te entra pero guardas porque te encariñaste, un montón de papelitos con cosas lindas, un montón de cosas lindas que te recuerdan muchas otras cosas lindas, ni mi Zamba, mi perrita hermosa del alma.
Mi vida cambió mucho en este año... más de lo que me hubiera imaginado. Hace un año atrás la leche se conseguía en el supermercado, en sachet o en cajita, y no directo del tambo. No sabía cuantas tetas tenía una vaca. Me imaginaba a los terneros como perritos un poco más grandes, no como los animales ariscos y torpes que son. De más está decir que ni me imaginaba que iba a trabajar con ellos.
Hace un año atrás a todo llegaba caminando, en micro, remis o me llevaban en auto. Ahora manejo, porque es la única forma de llegar a la civilización. Hace un año atrás no sabía esquiar (ahora tengo la teoría). No sabía que a acquaerobics van todas señoras grandes. No sabía (ni había experimentado) que era el jetlag.
Ahora sé que un kilo de yerba o una botella de fernet pueden ser los mejores regalos. Ahora sé que la combinación embrague – acelerador es muy importante. Ahora sé que 5 cuadras, o 20 minutos de colectivo no es lejos. Que lejos es otra cosa; que lejos se siente como tristeza, no como fiaca. Aprendí que aprender es poner en práctica lo que se tiene en teoría.
No voy a decir que me acostumbré; que ya disfruto totalmente estar acá; que dejé de extrañar. Sólo voy a decir que en un año las cosas cambiaron, yo cambié, todos cambiamos. Y que de acá a un año no sé de que estaré escribiendo.
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26/7/10
A la nieve... ¿pato?
El domingo pasado fuimos a esquiar, por primera vez en nuestras vidas. Una de las ventajas de vivir al sur del sur, con mucho frío, es que en una hora y media de viaje podés ir a una hermosa montaña, llena de nieve, a esquiar. Otra ventaja es que acá no te cobran una fortuna el alquiler del equipo y el pase.
Nos acompañó Juan, otro argentino que hace años que vive en Kiwilandia y que desde chico sabe esquiar. Eso nos trajo dos ventajas: la primera, que Juan (el otro) sabía donde alquilar el equipo, comprar el pase y como llegar a la pista. La segunda, que Juan (el otro) sabía esquiar y nos explicó.
Todos imaginan como terminó el día: Juan (el mío) aprendió en minutos las técnicas mínimas del esquí y se paseó por pistas, practicó movimientos, viajó en aerosilla. Yo me cagué a golpes, sudé, me asusté de todo, me caí al bajar de la aerosilla, rodé por la nieve, fui humillada por niños de 5 años que esquiaban solos por las mejores pistas, y terminé la mitad del día en la pista de principiantes, tratando de entenderles a los profesores de clases ajenas las tácticas del esquí, mientras los Juanes hacían maravillas en el resto de la montaña.
Fue un día hermoso. Sin darnos cuentas, estuvimos horas y horas esquiando, yendo y viniendo en botas pesadas y esquíes incómodos, riéndonos de las caídas y aplaudiendo nuestros pequeños logros. Ni el dolor de hoy, que apenas puedo mover mi cuerpo, opaca lo hermoso que fue ayer.
Y le advierto a las montañas kiwis: volveré con las próximas nieves, y las seguiré golpeando con mi cuerpo hasta que se den por vencidas.
22/7/10
No way out
Hoy (y digo hoy de acá, de Kiwilandia) a las 18:30hs sale un avión con rumbo a Argentina. En ese avión hay dos asientos que estarán vacíos: el de Juan y el mío.
¡Estamos como en Lost, atrapados en una isla!
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