.

6/1/10

Noche alegre... II


Lo que más nos gustaba de la reunión con los rumanos era que estaba cerca. Era en Gore, en las afueras, pero a no más de 30 minutos de casa. Seguimos al pie de la letra las instrucciones y el mapa que nos dio uno de los rumanos, pero al cabo de 30 minutos estábamos en un vecindario vacío, con casas de luces apagadas y poca actividad propia de una fecha tan importante. Al instante nos dimos cuenta de que no íbamos a llegar a la fiesta por ese rumbo, por lo que bajé del auto y le pregunté a unos kiwis donde quedaba “Knapdale Hall”. No entendí la respuesta claramente, pero por el tono y la cara, quedaba por la loma del orto. Así que decidimos retomar la ruta principal, y rogar que la loma del orto, en NZ; quedara más cerca de lo que queda en Argentina.
No voy a entrar en detalles: kilómetro más, kilómetro menos, curva, contra curva, vuelta para atrás, encontramos el lugar. Ya en la puerta Dan, nuestro compañero de inglés, nos reconoció. Nos saludó a los cuatro efusivamente, con abrazo, beso y olor a alcohol, y nos hizo pasar al salón.
El lugar rebalsaba de alegría, buena onda, comida, bebidas y ganas de divertirse. Olga (esposa de Dan) se encargó de presentarnos con TODOS los que estaban allí, y todos nos saludaron alegremente, nos dieron la bienvenida, y nos invitaron a servirnos lo que quisiéramos, y a sentirnos como en casa. En pocos minutos, nos empujaron a la pista de baile y en breve estaba bailando “Macarena”, cantada en perfecto español, rodeado de rumanos que sabían el pasito a la perfección.
Liviu nos hizo brindar con su vodka casero, que es FUERTE, y juro que, en la medida adecuada, le levanta el ánimo a cualquiera. A continuación, bailamos “El meneaito” (también en español) con todos los rumanos, y seguimos saludando y festejando.
Entre bebida, comida, paso doble, vals y música rumana, las 12 llegaron. Todos salimos a recibir el año nuevo con fuegos artificiales, brindando, saludándonos con un beso y repartiendo deseos de  “Happy New Year!”, “Le mults ann” y “Feliz Navidad” (uno de los rumanos informó mal la frase en español, y el nivel general de alcohol en sangre impedía que pudieran modificarla).
Si bien nos hubiera encantado quedarnos hasta que se hiciera de día, nuestros compromisos laborales nos apuraban, por lo que sólo estuvimos una hora más, bailando música rumana, conversando en una mezcla entre inglés, rumano, español, y riéndonos mucho.