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30/8/10

Manden pastillas!


Me duele todo.
Me duelen las yemas de los dedos. Los dedos. Las manos. Ni hablar de los brazos!
Me duelen las piernas, y tengo moretones por todas partes.
Me duele la panza y la espalda.
Me duelen los talones, porque las botas me raspan.
Me duele la cabeza de tanto griterío de niño, de oveja y de ternero.


Tengo las manos hinchadas... y ni hablar de las pelotas!

23/8/10

Desaparecida en calving season


Estuve desaparecida ya que anduve bastante cansada. Lo que pasó fue que en los últimos 10 días:
- Fui dibujada por Julia en 21 dibujos. A su vez, dibujé 7 cebras, 12 mariposas, 4 elefantes, una trompeta, 3 tortugas, 1 caracol (de tierra), 40 moños y 2 jirafas.
- Construí con la nena dos sonajeros, dos tambores y utilicé para ello un tubo de rollo de cocina (ya terminado, sólo el cartón), dos latas de alimento para bebé, granos de maiz, 3.8 metros de cinta adhesiva y 4.5 metros de papel aluminio.
- cambié aproximadamente 7 pañales cagados, con la necesaria limpiada de culo del pequeño Spencer.
- Limpié 28 veces la mocosa nariz de Spencer y 3 veces la nariz de Julia.
- Alimenté con una especie de mamadera a 20 terneras y 3 toritos, mientras restantes terneras y toritos me atacaban y trataban de succionar las ropas.
- Levanté un promedio diario de 15 baldes de leche de 15litros cada uno.
- Adopté a Piba, la oveja maravilla. La hiajeputa se la pasa balando como una desquiciada y escapando de la caja que le construyó Juan de apuro.
- Alimenté a Piba tres veces al día con un tarro vacío de mostaza (no le compré mamadera todavía).
- Hice 3 siestas de 30 minutos y 2 de 10 minutos.
- Cociné 10 almuerzos y 8 cenas. Preparé aproximadamente 38 sandwiches para que Juan desayune o meriende.
- Lavé un total de 4 lavarropas llenos, con su consiguiente tendida de ropa. En una ocasión llovió, así que tuve que centrifugar todo nuevamente y tender dentro de casa la ropa.
- Mi mouse (el de la PC) murió. Estuve tres días con esa cosa que trae la notebook, lo cual hacía que todo lo que hiciera en la compu me llevara el triple de tiempo.
- Compré el mouse más barato que encontré. Es un ladrillo con cable y conexión USB. Cada vez que clickeas hace el mismo sonido que al apretar el Magiclick
- Prendí la estufa (si, con todo el proceso que eso lleva) 4 veces.
- Tuve diarrea, así que perdí aproximadamente 45 minutos más de los usuales en el baño.

A eso sólo se le debe sumar la limpieza general de la casa, las compras en el supermercado, bañarme, una clase de inglés y 5 capítulos de Lost.
Y bueno... tarde o temprano tenía que trabajar, ¿o no?

Les dejo una foto de Piba, la prueba viviente de que me quizás me esté convirtiendo en farmer.

Piba, la oveja maravilla. Nunca pensé que una oveja podía balar TAN fuerte.

12/8/10

Esos locos bajitos


Como Kareen llevaba a los niños a la mañana con ella a alimentar los terneros (tarea que en breve desempeñaré nuevamente) y está haciendo un frío tremendo, me preguntó si yo podía cuidar de ellos en ese rato. Viendo y considerando que necesito dinero si quiero llegar a Argentina, acepté gustosa.
Mi última experiencia entreteniendo niños fue en el Jardín de Infantes, donde yo misma era una niña. Mi conocimiento de lo que hacen o no hacen a cada edad es nulo. Mi habilidad para manejar dos niños pequeños a la vez es precaria. Julia tiene algo de 4 años, y le encanta hablar, preguntar, contar, preguntar sobre lo que contó... en inglés. Su hermano Spencer tiene un año y medio, y está en esa edad donde es feliz caminando de un lado al otro, porque recién está empezando a caminar.
Como sabía que a Julia le gustaba pintar y dibujar, me senté con ella a hacer unos dibujos. Mayor fue mi sorpresa al ver que no tiene ningún sentido de las formas, los colores o la diagramación. Lo único que hizo fueron líneas, rayas y garabatos de colores, uno por hoja, sin sentido alguno tampoco de la ecología y el cuidado del papel. Mi plan macabro de entretenerla durante eso con horas se esfumó al instante.
Mientras tanto, Spencer lloraba en la puerta de casa, mirando hacia afuera, con la fuerza y tristeza que sólo un niño que se siente abandonado por su madre en manos de una inmigrante puede llorar. A los 5 minutos, al ver que Julia y yo jugábamos con una pelota, se acercó y se calmó, aunque de vez en cuando largaba un llantito, para expresar su desacuerdo con la situación.
Julia exigía mi constante atención, ya que para ella “había venido a casa a jugar conmigo”. Spencer iba de acá para allá pateando la pelota, pasando a centímetros de los bordes de la mesa, de cables, intentando subirse a los sillones. Si miraba a uno, perdía de vista al otro. Julia insistía en salir a jugar al parque, bajo la lluvia y el viento huracanado. Spencer entendió el gesto de que Julia iba a abrir la puerta y se excitó pensando en su libertad. Cuando logré entretener a Julia con su muñeca, el pibe descubrió una puerta corrediza y la abría y cerraba poniendo en riesgo sus deditos. Encima el pendejo se cagó, y cuando me vio agarrar los pañales se largó a llorar y a correr, por lo que decidí que no podía lidiar con una cambiada de pañales. La nena decidió armar nosequé con sus bloques (no le entendí que quería construir), mientras el chiquito se divertía enredándose en una cortina junto al televisor. Ya se estaban terminando los bloques, cuando pasó lo mejor: Kareen llegó de trabajar a buscar a sus retoños. Los dos corrieron a abrazar a su mamá, y yo también la quise abrazar, porque había sufrido mucho y tenía miedo de que Spencer tuviera razón y nos hubiera abandonado allí para siempre.
Fue la hora y veinte minutos más largos de mi vida.
No sé como aguantaré el resto del mes.

9/8/10

Fast and Furious


Creo que he manejado más kilómetros desde que estoy acá que lo que manejé en toda mi vida. Y no porque viva lejos de la “civilización”, sino porque no manejaba mucho en Argentina. Es más, me remitía a ser mera pasajera de los autos. Debido a mi poca experiencia, mi temor a andar por la calle es enorme. Y como siempre, todas las cosas raras me pasan a mí. Pero antes de entrar en detalle en mis aventuras al volante, creo que deben entender el trasfondo de mi poca experiencia y, por ende, mis temores.
A los 18 años (creo) mi mamá me pagó unas clases de manejo, ya que habíamos comprobado a fuerza de ensayo y error que ningún familiar podía enseñarme a manejar sin gritar, enojarse, putear o desheredarme. Di el examen teórico y práctico y así obtuve mi carnet de conducir, de la manera legal correspondiente.
Con mi registro manejé, sin exagerar, 5 o 6 veces más (en los 5 años de vigencia que tiene el mismo), todas amontonadas en 3 meses. Resultó ser que sin importar que yo hubiera aprendido a manejar, y que la Dirección de Tránsito lo avalara, temían que chocara y saliera una fortuna el arreglo. De esas veces que manejé choqué el auto contra una columna, haciendo marcha atrás, en la cochera vacía donde mamá guardaba el auto.
Diez años después, necesité no sólo un registro al día, sino un registro internacional para venir para acá. En esos diez años mi registro anterior había dormido en un cajón perdido de la casa de mamá, vencido, ya que al vivir en La Plata no manejaba, y en el poco tiempo que estaba en Mar del Plata me dedicaba a ser transportada. Nuevamente, mi familia (y ahora también Juan) trataron de refrescar mis conocimientos de manejo de vehículos. Como bien se dice, el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, así que al segundo grito, llanto y puteada desistimos todos, y me senté con la guía de teléfonos a buscar una academia de conductores... 10 días antes de subir al avión a NZ.
Como era invierno, y el brote de gripe porcina había generado una paranoia más grave que el mismísimo brote, todas las escuelas estaban cerradas, por lo que todos los boludos peatones como yo estaban aprendiendo a manejar. La única academia que me tomó me dio las 3 clases que necesité a las 7am, no sin antes mirarme con asombro al decirles que necesitaba en 5 días un registro de conducir para sacar uno internacional para ir a manejar al culo del mundo, con el volante del otro lado del auto. Llovió todos los días desde mi primera clase, pero por suerte el día de mi examen práctico el sol salió y pude demostrar que manejaba lo suficiente como para aprobar el examen. (Comento lo de la lluvia porque la Dirección de Tránsito NO toma examen si llueve, llovizna o lo que sea).
Así que a 5 días de subir al avión que me trajo hasta aquí, me fui caminando a retirar mi registro local y lo llevé caminando al Automóvil Club para que me dieran el internacional. Y dos días antes de mi partida, Juan me llevó en el auto de mamá a buscarlo. Heridos: 0 Kilómetros recorridos usando mi registro nuevo: 0

4/8/10

Ese rincón del alma DIET


Lo más difícil de hacer dieta en NZ es que no se ven productos “light”, “bajos en calorías” o “Ser”.  Nada tiene su versión dietística (es decir, uno allá tiene dulce de leche y dulce de leche light; manteca y manteca light; pollo y pollo light; etc). Ahí te das cuenta que hiciste dieta en base al packaging.

Y que todos llevamos la culpa de un despilfarro de dinero en productos light en un rincón del alma.