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12/8/10

Esos locos bajitos


Como Kareen llevaba a los niños a la mañana con ella a alimentar los terneros (tarea que en breve desempeñaré nuevamente) y está haciendo un frío tremendo, me preguntó si yo podía cuidar de ellos en ese rato. Viendo y considerando que necesito dinero si quiero llegar a Argentina, acepté gustosa.
Mi última experiencia entreteniendo niños fue en el Jardín de Infantes, donde yo misma era una niña. Mi conocimiento de lo que hacen o no hacen a cada edad es nulo. Mi habilidad para manejar dos niños pequeños a la vez es precaria. Julia tiene algo de 4 años, y le encanta hablar, preguntar, contar, preguntar sobre lo que contó... en inglés. Su hermano Spencer tiene un año y medio, y está en esa edad donde es feliz caminando de un lado al otro, porque recién está empezando a caminar.
Como sabía que a Julia le gustaba pintar y dibujar, me senté con ella a hacer unos dibujos. Mayor fue mi sorpresa al ver que no tiene ningún sentido de las formas, los colores o la diagramación. Lo único que hizo fueron líneas, rayas y garabatos de colores, uno por hoja, sin sentido alguno tampoco de la ecología y el cuidado del papel. Mi plan macabro de entretenerla durante eso con horas se esfumó al instante.
Mientras tanto, Spencer lloraba en la puerta de casa, mirando hacia afuera, con la fuerza y tristeza que sólo un niño que se siente abandonado por su madre en manos de una inmigrante puede llorar. A los 5 minutos, al ver que Julia y yo jugábamos con una pelota, se acercó y se calmó, aunque de vez en cuando largaba un llantito, para expresar su desacuerdo con la situación.
Julia exigía mi constante atención, ya que para ella “había venido a casa a jugar conmigo”. Spencer iba de acá para allá pateando la pelota, pasando a centímetros de los bordes de la mesa, de cables, intentando subirse a los sillones. Si miraba a uno, perdía de vista al otro. Julia insistía en salir a jugar al parque, bajo la lluvia y el viento huracanado. Spencer entendió el gesto de que Julia iba a abrir la puerta y se excitó pensando en su libertad. Cuando logré entretener a Julia con su muñeca, el pibe descubrió una puerta corrediza y la abría y cerraba poniendo en riesgo sus deditos. Encima el pendejo se cagó, y cuando me vio agarrar los pañales se largó a llorar y a correr, por lo que decidí que no podía lidiar con una cambiada de pañales. La nena decidió armar nosequé con sus bloques (no le entendí que quería construir), mientras el chiquito se divertía enredándose en una cortina junto al televisor. Ya se estaban terminando los bloques, cuando pasó lo mejor: Kareen llegó de trabajar a buscar a sus retoños. Los dos corrieron a abrazar a su mamá, y yo también la quise abrazar, porque había sufrido mucho y tenía miedo de que Spencer tuviera razón y nos hubiera abandonado allí para siempre.
Fue la hora y veinte minutos más largos de mi vida.
No sé como aguantaré el resto del mes.

3 comentarios:

  1. Jaaaaaajajajaja
    A ver, consejo de ex-niñera de pequeños demonios (te juro que esos que cuidad no son NADA comparados con una satán de 8 que cierta vez me dejo zumbando el tímpano, rompió un plato porque no quería vitina y me trincó un diente al tirarme un pelotazo en la boca): Tenés harina y témpera? La témpera es opcional, pero le pone color al asunto y a los pibitos les copa. Enseñales a hacer masa. Agua, sal y harina, y ahí ahí hace muñequitos. A mi me daba resultado para calmar a las fieras. También cantar, preguntale a Karen q música les gusta, los haces bailar y esas pelotudeces. Lo más importante: decirle a todo que sí, como a los locos. No hay nada más denso que un pendejo berreando. Besos, y suerte con tu aventura, Miss Fine

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  2. mi vidaaaaaaaaa...espero que esto no anule tus intenciones de ser madre en algun momento....podrias aprovechar y enseñarle a dibujar a la niña...seguramente los padres se asombrarian mucho si logra desarrollar esas cosas positivas...espero que el niño no se haya paspado!!!

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  3. Vos pensás que les voy a dar harina y témpera en una casa toda alfombrada, propiedad de su madre?! Vos querés que me deporten?! Lo de la masa lo tengo en mente, pero quiero agotar los recursos que tengo más a mano. La música la pongo cuando el más pequeño se pone denso, porque ama bailar y aplaudir frente a la radio.
    Y si... decir que si a todo lo que pide Julia es lo único que puedo hacer para que no haga berrinche y joda con irse a su casa.

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