.

14/10/09

Manual de uso del kiwi


En contrapartida al manual del argentino, hemos escrito los primeros lineamientos del “manual de uso del kiwi que nos compró”, en base a observaciones y experiencias propias. Esperemos que se difunda entre los argentinos que se vienen, para que ellos también estén preparados para los choques culturales.

“El kiwi eructa en la mesa y en otros ámbitos. No se asuste si esto sucede, y evite poner cara de asco, ya que no entenderá su sorpresa. No hay registro de reiteradas emanaciones de aire por otros orificios de su cuerpo.”

“El kiwi viola la mayoría de las reglas de pronunciación y gramática del idioma inglés. En el caso de no entender una palabra, intente cambiar la letra i por la letra e, y seguro obtendrá sentido.”

“El kiwi abona todo con tarjeta de débito, por lo que está desacostumbrado al manejo de dinero físico. Por esta razón, probablemente el cajero lo mire mal al pagar en efectivo, pues si bien la máquina le dice cuanto debe darle de vuelto, Ud. lo ha puesto en la obligación de contar.”

“El kiwi es muy atento, llegando a ser cargoso en algunos casos. Aún así, no mostrará interés en aprender su idioma y tratará de explicarle todo mediante ejemplos.”


Manual de uso del argentino


En esos primeros días en Nueva Zelanda conocimos a los otros chicos argentinos que vinieron a trabajar a la zona. Uno de ellos se volvió a Argentina al poco tiempo de estar, supongo que decepcionado por el trabajo, el frío y los kiwis en general. El otro, el Vecino Argentino, se quedó y nos hicimos muy buenos amigos, y nos visitamos frecuentemente.
Los dos son muy graciosos, y comparando experiencias llegamos a varias conclusiones. Estamos SEGUROS de que  la Empresa Consultora (la empresa que gestionó tantos sus contratos como el de Juan) le entrega a cada patrón un libro que habla sobre Argentina y su cultura. Nosotros llamamos a eso “Manual de uso del argentino que compró”, y creemos que tiene anotaciones de este tipo:

“El argentino toma líquido al ingerir alimentos. Para su buen funcionamiento, aconsejamos hidratar a su argentino de manera frecuente. Ofrézcale bebidas y revise que tenga a su alcance líquidos. Ofrézcale bebidas aún después de que haya comido.”

“El argentino puede intentar besarlo. No se asuste si esto sucede. En su país es normal saludarse con un beso. Hay pocas posibilidades de que este contacto físico pase a mayores, pero por las dudas no le acerque niños.”

“El argentino, en su afán por hidratarse, consume varios litros de mate. Mate es una infusión nacional sin efectos alucinógenos conocidos. Suelen consumirlo en grupos, compartiendo un mismo adminículo que pasan de mano en mano. Este ritual suele comenzar a las 18hs, postergando la cena hasta las 22hs aprox.”

“El argentino tiende a agruparse con gente de su misma nacionalidad. Deje a su alcance información sobre la existencia de pares en las áreas lindantes.”


Manos a la bosta!


Por las dudas y por temas de idioma, decidimos o decidieron o no sé por que salí a trabajar con Juan. El primer día Smith nos llevó a conocer la granja, los diferentes lotes, las diferentes vacas, las diferentes cosas. El lugar es enorme y nos llevó buen rato recorrerlo. Nos explicó como regaba, que sembraba, que cosechaba, y demás cosas sobre la granja. Después de almorzar, nos pasó a buscar para que viéramos como era el ordeñe. Y ahí quedó Vane, dentro de una fosa, rodeada de culos de vacas, viendo como cataratas de bosta y pis la rodeaban. Juan ayudó, yo me quedé entre asustada de romper algo y shockeada.
Al otro día, nos enseñaron a alimentar a las vaquitas en los diferentes lotes. Consiste en levantar un cablecito eléctrico con un riel enorme y las varillas clavadas en la tierra que lo sostienen, y volver a plantarlo a unos metros, para que las vacas no se pasen y no coman de más. Haciendo gala de mis inexistentes músculos y mi orgullo, llevé el riel varias veces. Después de almorzar, volvimos al ordeñe y esta vez ayudé a ordeñar y a mover las vaquitas. Ayudé también a limpiar el lugar. Resultado: dos diclofenac de 75gr a la noche y manos en forma de garra.
Al tercer día, nos hicieron hacer lo mismo pero solitos. Alimentamos las vacas y ordeñamos a la tarde. También fuimos a buscar los terneritos recién paridos y los llevamos a “la casita de los terneritos recién nacidos”. Resultado: un diclofenac de 75gr y átomo desinflamante en una pierna.
Al cuarto, se le sumó el cambio de las gomas de la máquina del tambo y la limpieza de las pezoneras. Suena erótico, pero es aburridísimo y cansador.
El sábado hice el día completo de trabajo junto a Juan de gusto, ya que no entendí o no explicaron bien que mi función de traductora ya había finalizado. El domingo, como Dios manda, descansé… y Juan  empezó su calvario de entender y hacerse entender con Smith y Smithicito (Ryan).