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14/4/10

Reividicando el tambo


 
Creo que durante mucho tiempo he renegado y hablado cosas malas, aunque graciosas, del trabajo de tambo, y nunca conté la otra cara de este oficio. Todo lo bueno tiene algo malo, y a la inversa. Es el ying y yang. Es un principio elemental.
Por esa razón, a continuación enumeraré algunas ventajas del trabajo de tambo:
- para ir de un lado al otro (ya sea a buscar vacas, a arreglar algo, o sólo ir del punto A al B) usamos un cuatriciclo. Mientras mucho sólo pueden usar uno en alguna playa, pagando, a nosotros nos pagan por andar en cuatriciclo.
- la higiene y aspecto personal no influyen. Los hombres pueden ir barbudos, con olor a hombre, o las mujeres sin maquillajes, despeinadas, con el pelo grasoso. Todos, sin distinción de sexo o raza, pueden ir con la ropa sucia y/o rota.
- el jefe nos provee de la ropa especial para este tipo de trabajo. Si bien es un solo juego de ropa, no tenemos que gastar una fortuna en botas, mameluco y ropa impermeable.
- el curso acelerado de inglés es gratis, y está incluido en el contrato (es decir, o hablás en inglés o hablás en inglés… porque no te queda otra)
- no se puede comer en el trabajo (por razones de salud e higiene), así que nada de andar picoteando en la oficina, lo que ayuda a mantener la figura.
- si se te escapa un gas (gas= pedo=flatulencia) o lo hacés a propósito, siempre, SIEMPRE, podés culpar a una vaca.

8/4/10

Al agua pato


Siguiendo la fiebre deportiva que ha inundado la casa (Juan empezó fútbol, ya hablaré al respecto), yo empecé aquaerobics (en forma de clases pagas) y natación (en visitas esporádicas a la pileta).

Ante todo, a pesar de lo que lean aquí debo recordarles que ambas actividades tienen muchos puntos a favor, ayudan a mejorar la respiración, a tonificar, a sentirse bien y son actividades físicas muy completas. Hecha la aclaración a favor de ellas, continúo con la historia.
Lo primero que me llamó la atención es que no hacen la famosa y temida revisación médica para entrar a la pileta. Nada de revisada de hongos, de escuchar el corazón, de búsqueda de piojos y demás cosas. Uno va con la malla (porque eso es obligatorio) y se mete a la pileta. No tiene que usar ni ojotas ni gorra de baño. Se pueden usar, pero no son obligatorios.
Lo segundo llamativo fue que uno puede pagar por una entrada, o por varias. Nada de cuota mensual con vencimientos raros, grupos familiares o lo que sea. Resumiendo: uno paga por su edad, cuando quiere, y no importa que tenga champignones en los pies. No mencionan nada de la depilación… pero por las dudas voy depilada.
Contenta con la facilidad del ingreso, fui a nadar. La primer pileta la nadé estilo crawl, con toda la furia y agilidad, y casi dejo un pulmón, el corazón, y algún otro órgano interno flotando en las aguas cloradas, pero de a poco fui encontrando la forma de nadar y sobrevivir. De a poco voy mejorando (la resistencia) y ya no lo sufro tanto.

Creo que el gran shock fue la clase de aquaerobics. Yo me esperaba algo así


Y resultó ser algo así:


Pero bueno…Las chicas rondan los 65 años, pero son simpáticas y aguantan la clase. La primer clase fue la más difícil, porque nunca había hecho aquaerobics así que andaba medio perdida. La “teacher” daba las indicaciones y yo algunas no las entendía, y encima como estamos bajo el agua, no podía ver que hacía el resto y copiarme. Por suerte la “teacher” ejemplifica y repite varias veces los movimientos (no por mí, sino porque mis compañeritas de clase, por su edad, olvidan las cosas) así que ya sé mas o menos que es cada ejercicio.

5/4/10

Señales de vida


Bueno… la ausencia ha sido larga, no lo voy a negar.
Me encantaría dar una razón o excusa válida y creíble de porque no actualicé esto, pero en realidad no se me ocurre nada. El tiempo fue pasando, más trabajo en el tambo, más trabajo en la compu… de todo un poco.
Por acá bien. El otoño no se siente, ya que pasamos directo al invierno. Hay días seguidos de lluvia, llovizna y un poco de agua, que sumados al frío y la corta duración de la luz natural hacen de los mismos algo aburrido.
Hemos desarrollado con Rosendo (que no sé si quiere ser mencionado por su nombre real aquí –sí, ese es su nombre real, no es de ficción, aunque parezca que lo haya inventado- pero ya me lo hará saber) dos teorías en base a estos días:

1- los kiwis (las aves) llegaron al límite de casi extinguirse del embole que tenían: después de semanas seguidas de estos días lluviosos, encerrados en sus cuevas (o donde sea que vivan) prefirieron probar la extinción que seguir con su vida monótona.

2-Los kiwis (las aves, ya les dije) son aves nocturnas porque no tienen opción: si aclara (así… de que hay luz y se ve, de que es de día) casi a las 8 y para las 16 ya es de noche, no les quedó otra opción que vivir cuando está oscuro, porque sino están la mayor parte del tiempo encerrados.



En fin… quizás escriba más seguido… quizás no… no sé… me agarró delirio de estrella. Ya sabrán que voy a hacer

15/2/10

Dilema


Smith me dijo que lo agregue como amigo en Facebook…
¡¿Qué hago?!

11/2/10

Vamos a la playa


Hasta la gente que vio las fotos del viaje lo notó: acá a la playa se va con ropa.
Sin importar la edad, sexo, físico, clase social, profesión o cualquier otro indicador de cualquier tipo, la gente kiwi va vestida a la playa. Y no sólo eso: las partes que quedan expuestas al sol (por ejemplo, la cara) es cubierta con bronceador factor 30 (mínimo).
A su vez, el look de los kiwis varía, no es que van todos con la misma ropa. Se ven desde ropas deportivas, pasando por jeans, ropa de camping, vestidos, ropa de vestir, e infaltables sombreros en todas sus expresiones y colores.
Aún así, algunos osan mostrarse en malla. Las mujeres jóvenes y adultas se inclinan por mallas de natación, o bikinis de bombachas enormes, o bien mallas enteras con poco escote. Entre los hombres el estilo es más uniforme, ya que lo que varía es el largo del short de baño: hay desde shortcito ochentoso hasta bermudon surfero. Aún así, entre el sexo masculino no se ha notado el uso de zunga ni de mallas bajas con asomada de raya de culo.
En fin, aquellos que andábamos de malla no éramos kiwis. Éramos gente con visa de trabajo, turistas, residentes de origen extranjero, e incluso extraterrestres. Todos coincidíamos en ir sueltos de ropa ya que la playa se creó para estar al sol y mostrarle al resto del mundo que nosotros SI tenemos tiempo para cosas tan banales como broncearnos.
Y pensar que yo que estaba contenta porque había notado que en las casas de ropa no vendían microminiequeñas bikinis, y las chicas kiwis son más de mi estilo Botero que de la onda de las modelitos argentinas, me decepcioné al llegar a la playa. Una vez que podía andar en malla sin sentir que el resto era más flaca que yo, las minas no se sacan la ropa. Ahora la vergüenza me la genera pensar que soy una exhibicionista!


A las pruebas me remito. ¿Dónde está el argentino?
 Pista: es el que va en malla a la playa

7/2/10

Moviendo las cabezas


A más de 5 meses de estar aquí, mi pelo era un desastre. No sólo porque estaba largo y el corte había perdido su forma, sino porque en una tarde aburrida de diciembre decidimos con Juan que podríamos cortarlo nosotros… y además de no lograrlo, lo deformamos más.
En fin, tenía que ir a la peluquería. Por lo que un día franco de Juan, pedí un turno con una aprendiz (porque era más barato, obvio) en una peluquería local.
Mientras esperábamos (porque quería que Juan estuviera ahí para supervisar que nada raro fuera hecho en mi pelo) ojeé rápidamente una revista en busca de un corte de pelo que fuera de mi agrado. Supuse que si le mostraba la foto y le señalaba mi cabeza iban a entender que quería ese corte. Ninguno me convenció mucho, y tampoco me dieron tiempo a mirar muchas más cosas.
La chica que me atendió era divina, simpática, fácil de entenderle cuando hablaba. Le expliqué que quería cortarlo bastante porque me había crecido mucho en 5 meses (omití la parte de que ese agujero de pelo era culpa mía, porque me daba vergüenza). La chica me dijo si quería que quedara largo hasta la nuca, y un poco más largo adelante, en punta. Genial! Ese era mi corte!! Así había llegado yo a NZ!! le dije muy contenta que sí, y empezamos con los trámites peluqueriles.
Primero, me lavó el cabello. Usó dos veces shampoo, y luego acondicionador. Bien… aquí las cosas se hacen a la manera normal. Me secó el pelo con una toalla (bah, eso que hacen en la peluquería, que en realidad es sacar el exceso de agua), y fuimos a la silla frente al espejo. Delicadamente me secó el pelo con secador, tomándose su tiempo y con mucha paciencia, alisando mi lacio pelo. Si bien me llamó la atención que secara el pelo antes de cortarlo (ya que generalmente se hace al final), estuve los 15 minutos que parece haberle llevado ese trabajo tranquila, mirándola por el espejo.
Se fue, y cuando volvió, me alarmé. Trajo una planchita de pelo, la enchufó y amagó a plancharme el pelo. Ahí no aguanté más y le tuve que decir algo. Alejé mi cabeza de sus manos y planchita, la miré y le dije:
Yo: ¿Vas a cortarme el pelo?
Peluquera/aprendiz: Sí. Primero lo seco y aliso.
Yo: ah, bien. Pensé que me habías entendido cualquier cosa. Porque no habló bien inglés.
P/A (con cara sonriente, seguro pensando en la mala suerte de cortarle el pelo a una mina que no habla inglés):  No, te entendí. Termino con esto y lo corto.
Así que estuve otros 20 minutos mirando como continuaba alisando mi lacio pelo. Y luego estuve otros 20 minutos mirando como cortaba mi pelo con una pequeña tijera, con la paciencia y concentración que solo un podador de bonsai puede tener. Y luego estuve mirando otros 15 minutos como volvía a cortar mi pelo, ya no tan pacientemente, porque yo lo quería un poco más corto de lo que había quedado.
Resultado: salí conforme, aunque me sentía extraña con el pelo planchado. Pero más feliz salí porque no me cobró el lavado, el secado y el planchado, porque si lo hubiera hecho (como se estila en Argentina) me hubiera fundido.

28/1/10

De regreso


Regresamos de las vacaciones. Fue una semana de relax, playa y descanso. Algunos días nublados, un poco de llovizna, pero eso no opacó el viaje o los paisajes. Lo disfrutamos mucho, y nos sirvió para despejar mentes y descansar cuerpo.
No hubo nada significativamente llamativo en el viaje. Nuestra suerte fue buena, y no hubo malos entendidos, choques o demás. Por suerte, ha sido tranquilo.
Pero todos quieren leer algo gracioso, así que les comentaré algo que nos causó mucha gracia.
Nuestro avión a Christchurch salía temprano desde Invercargill, y el tiempo límite para despachar el equipaje era 6:10am. Como estamos a una hora de Invercargill, y nunca habíamos ido al aeropuerto (ni recordábamos como habíamos llegado desde allí a casa), decidimos ser precavidos y salir con tiempo.
Nos levantamos alrededor de las 3:40am. Desayunamos tranquilos, repasamos el equipaje, las cosas, las luces, las ventanas y esas cosas que uno revisa antes de salir de viaje. Si no me equivoco, 4:30am estábamos partiendo al aeropuerto. Nuestro viaje fue más corto de lo previsto, ya que la ruta estaba desolada, y el aeropuerto estaba más cerca de lo que pensábamos. A las 5:20 estábamos en el estacionamiento.
Agarramos nuestro equipaje para entrar, esperar, quizás tomar un café, hasta que pudiéramos despachar el bolso. Gran sorpresa nos llevamos, cuando al pararnos frente a la puerta automática, esta no se abrió. Miramos… y no había nadie adentro. Juan vio algo en la puerta: un papel estaba en la unión de las puertas, con la inscripción “security”, a modo de prueba de que se había forcejeado la entrada. Tentados de risa, y recién enterados de que un aeropuerto podía estar cerrado, nos volvimos al auto, a esperar que el “portero del aeropuerto” regresara.
Al rato, empezó a llegar gente, que al igual que nosotros, se quedaban como tontos parados frente a la puerta, esperando que se abrieran mágicamente. Alrededor de las 6am, alguien entró por una puerta del costado, y abrió el aeropuerto, dejando a los precavidos viajantes entrar.

16/1/10

Vacaciones (por fin)


A partir del día de la fecha, y por el plazo de 7 días, este blog está de vacaciones. Nos hemos ido a recorrer el norte de esta isla, en busca de playas, sol, mar y calor… principalmente calor.
Desde ya, trataré de recordar todo para luego comentarlo en este humilde medio. Ojala podamos descansar, pero también tengamos muchas aventuras para contar.

Hasta pronto!

13/1/10

Un servicio a mi medida


Si hay algo que debo remarcar de este país es que posee un servicio de baños públicos de altísimo nivel. En todos, todos, todos lados hay baños públicos. Ya sea una pequeña ciudad, un parador, un lugar interesante en medio de la naturaleza, siempre habrá un inodoro al alcance de cualquier vejiga.
La limpieza en general es muy buena, casi siempre hay papel higiénico, jabón líquido para lavarse las manos y toallitas de papel para secarlas, o en su defecto, un secador de esos que hacen ruido y tiran aire. Tiene cerradura que funciona, para asegurarse que nadie entrará, y un infaltable cesto de residuos.
Hasta el momento, el más extraño que he visto es uno en Kaka Point (JURO que es mera casualidad… que no lo inventé para que esto sea cómico), el cual poseía inodoro, pero todo “caía” a las piedras de abajo… un pozo con asiento, el principio del baño como hoy lo conocemos.
El argentino, habituado a tomar mate en abundancia, también debe estar agradecido de este maravilloso servicio. Y las mujeres, que no hemos sido anatómicamente diseñadas para orinar con la misma facilidad que los hombres, deberíamos pedir que se destinen más fondos a ellos.
Los que me conocen recordarán mi típica frase “tengo que ir al baño” dicha en cualquier contexto, al rato de haber salido del último baño accesible. Por suerte, eso dejó de ser problema aquí, ya que sé que cuando llegue a destino, o quizás a mitad de camino, Nueva Zelanda tendrá un baño esperándome.

9/1/10

...mañana triste


El 1 de Enero fue horrible. El problema no fue acostarnos a la 1:30 y levantarnos 4:30 para ir a ordeñar. O tener aliento a rumano muerto por el vodka, el chocolate y demás cosas que comimos en la fiesta. Ni siquiera nos molestaba el cansancio. El problema era más serio: no había electricidad.
Suena de quisquillosa, pero paso a detallarles que es lo que un corte de energía eléctrica implica acá. Primero, uno no puede usar el baño, porque no hay ni una gota de agua. Como no hay agua, uno no puede lavarse los dientes, la cara, tomar agua, hacerse café, etc. A su vez, uno no puede calentar y/o cocinar nada, ya que aquí las cocinas son eléctricas, no a gas. Comimos unas galles con un poco de leche, aunque no quisimos abusar de las bebidas frías, ya que en ayunas suelen hacer “tráfico rápido”… y les recuerdo que no había agua.
Pero, el problema mayor no era el mal aliento o estar en ayunas, el problema era que no podíamos trabajar. El tambo usa electricidad para funcionar, para que la leche salga mecánicamente de la vaca y llegue al tanque recolector de leche. En vano llamamos a la central eléctrica, pues a las 5am del 01 de enero NADIE estaba allí para decirnos cuando se solucionaría el corte.
Estuvimos casi una hora sentados en la camioneta, recorrimos la zona para ver  cuantos tambos estaban en igualdad de condiciones, y casi nos turnamos para dormir, quedando uno de guardia para avisar si volvía la electricidad.
Alrededor de las 6am, se hizo la luz. Yo estaba triste, porque esa hora de demora implicaba una hora menos de siestita entre el regreso a casa y el almuerzo.
A la tarde, la escena se repitió, pero en peor magnitud: con las vacas ordeñándose, todas dentro del tambo, la luz se cortó nuevamente. Esta vez, la empresa estaba al tanto, y ya un contestador avisaba que a las 5pm se reestablecería el servicio. Sacamos todas las vacas, ordenamos, y nos volvimos a casa a esperar que en 1hora todo se reestableciera.
Obviamente, la mala suerte seguía de nuestro lado. Ni bien llegamos, en casa había luz, todo funcionaba a la perfección, y como supusimos, en el tambo todo estaba como siempre. Así que volvimos a trabajar… a empezar de cero.
Ojalá este día no sea un anticipo del año, sólo un día de esos en los que todo se complota para que uno no pueda descansar como se lo merece.