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24/4/10

Salsa para vivir... salsa para ser feliz


Cuando llegamos a NZ uno de los grandes choques culturales fue la comida. Si bien empezamos con el pie izquierdo, por cuestiones de que necesitamos comer para vivir, no desistimos en la compra de víveres.
Al principio, uno de los problemas que tuvimos fue la salsa de tomate. Sin importar que marca compráramos, ni cuanto hirviera o como la condimentáramos, la salsa era demasiado dulce. Era como comer Ketchup caliente.
Con el tiempo descubrimos donde residía el problema. Si uno observa cuidadosamente, en cualquier supermercado se encuentra salsa de tomate enlatada en dos góndolas diferentes: una donde hay a su alrededor mostazas, mayonesas y demás aderezos similares, y otra donde hay tomates en cubos, enteros y demás.
El tema era simple: nosotros comprábamos “Tomato Sauce” que sería salsa de tomate o Ketchup, y lo que queríamos era “Pasta Sauce” que es salsa para pasta. La diferencia al ojo del argentino traductor es mínima, pero en el plato es abismal.
Así que un buen día, comenzamos a comprar la “sauce” correcta, y los días de fideos con Ketchup caliente quedaron atrás.

19/4/10

La pesadilla


El tema del idioma y la barrera idiomática se hace sentir con toda su fuerza cuando llegamos a la caja del supermercado. Ya había comentado que las desquiciamos pagando en efectivo, pero ese ha sido el menor de los males. Ahora que contamos con tarjeta de débito, y contamos con escaso efectivo, ya actuamos como kiwis en la caja del super… o casi. Cada vez que vamos a pagar, nos preguntan, piden u ofrecen algo que nos ha llevado varios meses comprender.
En Argentina, cuando uno termina de pasar las cosas por la caja, y ya se sabe el total a pagar, por lo general la cajera pregunta si se abonará en efectivo o con tarjeta. A lo sumo, consultarán por alguna tarjeta de beneficios. Pero acá no… acá es un cuestionario complejo, que dejan al Código Da Vinci sencillo e insignificante cual adivinanza del chicle Bazooka. Paso a detallar:
Mientras pasas las cosas, en uno de los supermercados te piden “one card (una tarjeta)”. Todos, absolutamente todos, le decíamos “yes” o le dábamos la tarjeta del banco, pensando que nos estaba diciendo si queríamos abonar con tarjeta. ERROR! Cara de orto Nº1 de la cajera: “one card” es una tarjeta de compras que suma puntos y te da descuentos. No le tenés que decir que si… y no darle la OneCad, o pasar la tarjeta del banco, porque todavía hay cosas por sumar. La respuesta correcta es pasa la OneCard, y quedarse calladito.
Ok. La cajera sigue pasando las cosas. En un momento, dice algo de “paper (papel)”, y muestra una pila de diarios. Ahí la mirábamos con los ojos abiertos, como tratando de que sus ondas cerebrales nos llegaran (en español) y pudiéramos entender que estaba sucediendo. ERROR! Cara de orto Nº2 de la cajera: el “paper” es para envolver productos congelados, para que mantengan su temperatura el mayor tiempo posible. Eso, ESO, nos llevó meses descifrar.
La cajera termina de pasar todas las cosas, y nos da el costo final. Nos pregunta “Cash? (efectivo)”, a lo que nosotros por lo general respondemos diciendo “Card (tarjeta)” o simplemente le damos la tarjeta. ERROR! Cara de orto 3 de la cajera: Lo que ella quiere saber es si queremos pedir dinero en efectivo, cuyo monto se sumará al de la compra. Tras varias “Cash?” ”card” ”Cash?” ”Card” ”CASH?” “Card” “CASH?!?!? */#” “Card” se daban por vencidas.

14/4/10

Reividicando el tambo


 
Creo que durante mucho tiempo he renegado y hablado cosas malas, aunque graciosas, del trabajo de tambo, y nunca conté la otra cara de este oficio. Todo lo bueno tiene algo malo, y a la inversa. Es el ying y yang. Es un principio elemental.
Por esa razón, a continuación enumeraré algunas ventajas del trabajo de tambo:
- para ir de un lado al otro (ya sea a buscar vacas, a arreglar algo, o sólo ir del punto A al B) usamos un cuatriciclo. Mientras mucho sólo pueden usar uno en alguna playa, pagando, a nosotros nos pagan por andar en cuatriciclo.
- la higiene y aspecto personal no influyen. Los hombres pueden ir barbudos, con olor a hombre, o las mujeres sin maquillajes, despeinadas, con el pelo grasoso. Todos, sin distinción de sexo o raza, pueden ir con la ropa sucia y/o rota.
- el jefe nos provee de la ropa especial para este tipo de trabajo. Si bien es un solo juego de ropa, no tenemos que gastar una fortuna en botas, mameluco y ropa impermeable.
- el curso acelerado de inglés es gratis, y está incluido en el contrato (es decir, o hablás en inglés o hablás en inglés… porque no te queda otra)
- no se puede comer en el trabajo (por razones de salud e higiene), así que nada de andar picoteando en la oficina, lo que ayuda a mantener la figura.
- si se te escapa un gas (gas= pedo=flatulencia) o lo hacés a propósito, siempre, SIEMPRE, podés culpar a una vaca.

8/4/10

Al agua pato


Siguiendo la fiebre deportiva que ha inundado la casa (Juan empezó fútbol, ya hablaré al respecto), yo empecé aquaerobics (en forma de clases pagas) y natación (en visitas esporádicas a la pileta).

Ante todo, a pesar de lo que lean aquí debo recordarles que ambas actividades tienen muchos puntos a favor, ayudan a mejorar la respiración, a tonificar, a sentirse bien y son actividades físicas muy completas. Hecha la aclaración a favor de ellas, continúo con la historia.
Lo primero que me llamó la atención es que no hacen la famosa y temida revisación médica para entrar a la pileta. Nada de revisada de hongos, de escuchar el corazón, de búsqueda de piojos y demás cosas. Uno va con la malla (porque eso es obligatorio) y se mete a la pileta. No tiene que usar ni ojotas ni gorra de baño. Se pueden usar, pero no son obligatorios.
Lo segundo llamativo fue que uno puede pagar por una entrada, o por varias. Nada de cuota mensual con vencimientos raros, grupos familiares o lo que sea. Resumiendo: uno paga por su edad, cuando quiere, y no importa que tenga champignones en los pies. No mencionan nada de la depilación… pero por las dudas voy depilada.
Contenta con la facilidad del ingreso, fui a nadar. La primer pileta la nadé estilo crawl, con toda la furia y agilidad, y casi dejo un pulmón, el corazón, y algún otro órgano interno flotando en las aguas cloradas, pero de a poco fui encontrando la forma de nadar y sobrevivir. De a poco voy mejorando (la resistencia) y ya no lo sufro tanto.

Creo que el gran shock fue la clase de aquaerobics. Yo me esperaba algo así


Y resultó ser algo así:


Pero bueno…Las chicas rondan los 65 años, pero son simpáticas y aguantan la clase. La primer clase fue la más difícil, porque nunca había hecho aquaerobics así que andaba medio perdida. La “teacher” daba las indicaciones y yo algunas no las entendía, y encima como estamos bajo el agua, no podía ver que hacía el resto y copiarme. Por suerte la “teacher” ejemplifica y repite varias veces los movimientos (no por mí, sino porque mis compañeritas de clase, por su edad, olvidan las cosas) así que ya sé mas o menos que es cada ejercicio.

5/4/10

Señales de vida


Bueno… la ausencia ha sido larga, no lo voy a negar.
Me encantaría dar una razón o excusa válida y creíble de porque no actualicé esto, pero en realidad no se me ocurre nada. El tiempo fue pasando, más trabajo en el tambo, más trabajo en la compu… de todo un poco.
Por acá bien. El otoño no se siente, ya que pasamos directo al invierno. Hay días seguidos de lluvia, llovizna y un poco de agua, que sumados al frío y la corta duración de la luz natural hacen de los mismos algo aburrido.
Hemos desarrollado con Rosendo (que no sé si quiere ser mencionado por su nombre real aquí –sí, ese es su nombre real, no es de ficción, aunque parezca que lo haya inventado- pero ya me lo hará saber) dos teorías en base a estos días:

1- los kiwis (las aves) llegaron al límite de casi extinguirse del embole que tenían: después de semanas seguidas de estos días lluviosos, encerrados en sus cuevas (o donde sea que vivan) prefirieron probar la extinción que seguir con su vida monótona.

2-Los kiwis (las aves, ya les dije) son aves nocturnas porque no tienen opción: si aclara (así… de que hay luz y se ve, de que es de día) casi a las 8 y para las 16 ya es de noche, no les quedó otra opción que vivir cuando está oscuro, porque sino están la mayor parte del tiempo encerrados.



En fin… quizás escriba más seguido… quizás no… no sé… me agarró delirio de estrella. Ya sabrán que voy a hacer

15/2/10

Dilema


Smith me dijo que lo agregue como amigo en Facebook…
¡¿Qué hago?!

11/2/10

Vamos a la playa


Hasta la gente que vio las fotos del viaje lo notó: acá a la playa se va con ropa.
Sin importar la edad, sexo, físico, clase social, profesión o cualquier otro indicador de cualquier tipo, la gente kiwi va vestida a la playa. Y no sólo eso: las partes que quedan expuestas al sol (por ejemplo, la cara) es cubierta con bronceador factor 30 (mínimo).
A su vez, el look de los kiwis varía, no es que van todos con la misma ropa. Se ven desde ropas deportivas, pasando por jeans, ropa de camping, vestidos, ropa de vestir, e infaltables sombreros en todas sus expresiones y colores.
Aún así, algunos osan mostrarse en malla. Las mujeres jóvenes y adultas se inclinan por mallas de natación, o bikinis de bombachas enormes, o bien mallas enteras con poco escote. Entre los hombres el estilo es más uniforme, ya que lo que varía es el largo del short de baño: hay desde shortcito ochentoso hasta bermudon surfero. Aún así, entre el sexo masculino no se ha notado el uso de zunga ni de mallas bajas con asomada de raya de culo.
En fin, aquellos que andábamos de malla no éramos kiwis. Éramos gente con visa de trabajo, turistas, residentes de origen extranjero, e incluso extraterrestres. Todos coincidíamos en ir sueltos de ropa ya que la playa se creó para estar al sol y mostrarle al resto del mundo que nosotros SI tenemos tiempo para cosas tan banales como broncearnos.
Y pensar que yo que estaba contenta porque había notado que en las casas de ropa no vendían microminiequeñas bikinis, y las chicas kiwis son más de mi estilo Botero que de la onda de las modelitos argentinas, me decepcioné al llegar a la playa. Una vez que podía andar en malla sin sentir que el resto era más flaca que yo, las minas no se sacan la ropa. Ahora la vergüenza me la genera pensar que soy una exhibicionista!


A las pruebas me remito. ¿Dónde está el argentino?
 Pista: es el que va en malla a la playa

7/2/10

Moviendo las cabezas


A más de 5 meses de estar aquí, mi pelo era un desastre. No sólo porque estaba largo y el corte había perdido su forma, sino porque en una tarde aburrida de diciembre decidimos con Juan que podríamos cortarlo nosotros… y además de no lograrlo, lo deformamos más.
En fin, tenía que ir a la peluquería. Por lo que un día franco de Juan, pedí un turno con una aprendiz (porque era más barato, obvio) en una peluquería local.
Mientras esperábamos (porque quería que Juan estuviera ahí para supervisar que nada raro fuera hecho en mi pelo) ojeé rápidamente una revista en busca de un corte de pelo que fuera de mi agrado. Supuse que si le mostraba la foto y le señalaba mi cabeza iban a entender que quería ese corte. Ninguno me convenció mucho, y tampoco me dieron tiempo a mirar muchas más cosas.
La chica que me atendió era divina, simpática, fácil de entenderle cuando hablaba. Le expliqué que quería cortarlo bastante porque me había crecido mucho en 5 meses (omití la parte de que ese agujero de pelo era culpa mía, porque me daba vergüenza). La chica me dijo si quería que quedara largo hasta la nuca, y un poco más largo adelante, en punta. Genial! Ese era mi corte!! Así había llegado yo a NZ!! le dije muy contenta que sí, y empezamos con los trámites peluqueriles.
Primero, me lavó el cabello. Usó dos veces shampoo, y luego acondicionador. Bien… aquí las cosas se hacen a la manera normal. Me secó el pelo con una toalla (bah, eso que hacen en la peluquería, que en realidad es sacar el exceso de agua), y fuimos a la silla frente al espejo. Delicadamente me secó el pelo con secador, tomándose su tiempo y con mucha paciencia, alisando mi lacio pelo. Si bien me llamó la atención que secara el pelo antes de cortarlo (ya que generalmente se hace al final), estuve los 15 minutos que parece haberle llevado ese trabajo tranquila, mirándola por el espejo.
Se fue, y cuando volvió, me alarmé. Trajo una planchita de pelo, la enchufó y amagó a plancharme el pelo. Ahí no aguanté más y le tuve que decir algo. Alejé mi cabeza de sus manos y planchita, la miré y le dije:
Yo: ¿Vas a cortarme el pelo?
Peluquera/aprendiz: Sí. Primero lo seco y aliso.
Yo: ah, bien. Pensé que me habías entendido cualquier cosa. Porque no habló bien inglés.
P/A (con cara sonriente, seguro pensando en la mala suerte de cortarle el pelo a una mina que no habla inglés):  No, te entendí. Termino con esto y lo corto.
Así que estuve otros 20 minutos mirando como continuaba alisando mi lacio pelo. Y luego estuve otros 20 minutos mirando como cortaba mi pelo con una pequeña tijera, con la paciencia y concentración que solo un podador de bonsai puede tener. Y luego estuve mirando otros 15 minutos como volvía a cortar mi pelo, ya no tan pacientemente, porque yo lo quería un poco más corto de lo que había quedado.
Resultado: salí conforme, aunque me sentía extraña con el pelo planchado. Pero más feliz salí porque no me cobró el lavado, el secado y el planchado, porque si lo hubiera hecho (como se estila en Argentina) me hubiera fundido.

28/1/10

De regreso


Regresamos de las vacaciones. Fue una semana de relax, playa y descanso. Algunos días nublados, un poco de llovizna, pero eso no opacó el viaje o los paisajes. Lo disfrutamos mucho, y nos sirvió para despejar mentes y descansar cuerpo.
No hubo nada significativamente llamativo en el viaje. Nuestra suerte fue buena, y no hubo malos entendidos, choques o demás. Por suerte, ha sido tranquilo.
Pero todos quieren leer algo gracioso, así que les comentaré algo que nos causó mucha gracia.
Nuestro avión a Christchurch salía temprano desde Invercargill, y el tiempo límite para despachar el equipaje era 6:10am. Como estamos a una hora de Invercargill, y nunca habíamos ido al aeropuerto (ni recordábamos como habíamos llegado desde allí a casa), decidimos ser precavidos y salir con tiempo.
Nos levantamos alrededor de las 3:40am. Desayunamos tranquilos, repasamos el equipaje, las cosas, las luces, las ventanas y esas cosas que uno revisa antes de salir de viaje. Si no me equivoco, 4:30am estábamos partiendo al aeropuerto. Nuestro viaje fue más corto de lo previsto, ya que la ruta estaba desolada, y el aeropuerto estaba más cerca de lo que pensábamos. A las 5:20 estábamos en el estacionamiento.
Agarramos nuestro equipaje para entrar, esperar, quizás tomar un café, hasta que pudiéramos despachar el bolso. Gran sorpresa nos llevamos, cuando al pararnos frente a la puerta automática, esta no se abrió. Miramos… y no había nadie adentro. Juan vio algo en la puerta: un papel estaba en la unión de las puertas, con la inscripción “security”, a modo de prueba de que se había forcejeado la entrada. Tentados de risa, y recién enterados de que un aeropuerto podía estar cerrado, nos volvimos al auto, a esperar que el “portero del aeropuerto” regresara.
Al rato, empezó a llegar gente, que al igual que nosotros, se quedaban como tontos parados frente a la puerta, esperando que se abrieran mágicamente. Alrededor de las 6am, alguien entró por una puerta del costado, y abrió el aeropuerto, dejando a los precavidos viajantes entrar.

16/1/10

Vacaciones (por fin)


A partir del día de la fecha, y por el plazo de 7 días, este blog está de vacaciones. Nos hemos ido a recorrer el norte de esta isla, en busca de playas, sol, mar y calor… principalmente calor.
Desde ya, trataré de recordar todo para luego comentarlo en este humilde medio. Ojala podamos descansar, pero también tengamos muchas aventuras para contar.

Hasta pronto!