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17/6/10
Hace frío, y estoy lejos de casa
Todos extrañan cosas materiales de Argentina.
Hay gente que extraña el dulce de leche, o el dulce de batata, o las facturas de manteca.
Otros extrañan el fernet, los asados, la carne tierna.
Algunos pocos extrañan la tele por cable, las series/películas subtituladas.
Yo extraño el gas natural. Extraño llegar a mi casa en un día frío, ventoso, lluvioso, abrir la llave de gas y prender el calefactor. Extraño el ruidito del chispero.
Acá, lo peor del frío no es sólo tener frío... sino que tener que prender la estufa a carbón y leña.
El sistema de calefacción funciona así: en el garage (que está debajo de la casa) hay como una salamandra que se enciende a carbón y leña. Esa salamandra calienta agua que está en los radiadores. Los radiadores están en la casa, y la calientan. No hay radiador en la habitación, así que la habitación es helada, y cuesta meterse a la cama porque está fría.
Si bien estoy cada vez más hábil en el tema del encendido de la caldera, me lleva tanto tiempo y esfuerzo que para cuando logro que “arranque” ya entré en calor. Y encima tengo que ir a cada rato a ver que no se apague, que no le falte leña o carbón, que le entré aire, que no le entre aire... todo un ejercicio aeróbico.
Extraño las épocas del sencillo calefactor a gas, con su encendido automático, su piloto, su tiro balanceado y sus astronómicas cuentas bimestrales de Camuzzi. Ay!!! Que épocas sencillas... sólo necesitaba dinero.
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14/6/10
Una dosis de allá
Nos fuimos de vacaciones a Samoa. De más estar decir que es hermoso, que disfrutamos de una semana de calor, humedad, playa, relax y demás cosas propias de vacaciones en una isla tropical. Pero a las delicias de estas vacaciones, se le sumo un plus inesperado: una dosis de país en desarrollo.
La agente de viajes nos había “advertido” de que Samoa era un país “en desarrollo”, del tercer mundo, lo cual nos pareció gracioso. “Nosotros venimos de un país del tercer mundo”, pensamos, inflando el pecho. No mentíamos..., pero nos dimos cuenta allá que nos hemos acostumbrado a la vida acá, en el “otro mundo”.
Ni bien terminamos los trámites de aduana y demás, salimos al área pública del aeropuerto de Samoa. Allí se nos acercaron miles de samoanos ofreciéndonos transporte, excursiones, taxis, muy cerca de nosotros, invadiendo nuestro espacio, como en Ezeiza, como en la mismísima terminal de micros de Mar del Plata.
Por la calle los vendedores ambulantes se nos acercaban, transpirados, a ofrecernos sus pareos, sus productos con inscripciones truchas de Puma, Adidas y Nike, rebajando el precio, exponiendo todo sobre lonas en el piso, mientras se abanicaban con sus abanicos de hoja de palmera.
Los taxis se detenían al vernos caminando para ofrecernos su servicio, relatando promociones a playas lejanas, Todos manejaban a altas velocidades, no respetaban semáforos, peatones, ni esquinas. Las calles eran sucias, sin cestos de residuos, sin orden en los carteles, con filas desparejas. Los empleados de McDonald`s no sonreían, no respetaban el orden de las preguntas.
Samoa era como nuestro país, pero con calor... mucho calor.
Sentirnos incómodos, inseguros, dudosos, en ese contexto nos hizo darnos cuenta de que nos hemos acostumbrado a la vida ordenada, limpia, fría, sin naturalidad ni interés en el otro de NZ. Supimos como desenvolvernos en Samoa, sólo nos impactó esa cultura pegajosa, pero hoy en día me pregunto: ¿Nos hemos convertido en unos kiwis fríos? ¿Hemos olvidado nuestras raíces tercermundistas? ¿Sobreviviremos en nuestro país cuando volvamos?
22/5/10
Vamo' vamo'.... ñuzilan... vamo' vamo'... a ¿ganar?
En un programa matutino de la televisión kiwi, un jugador de los All Whites (nombre de la selección Kiwi de fútbol) invitaba al público a comprar unas bufandas para “apoyar” al seleccionado.
Cuando el entrevistador le preguntó que pensaba sobre el primer partido a jugar en el Mundial, si podían los All Whites vencer a Eslovaquia, el jugador, muy seguro de sí mismo, respondió: “Si tenemos un buen día, les ganaremos. Si no, no”.
Un equipo que llega al Mundial a pulmón, sin el apoyo ni de sus amigos, que tienen trabajos “civiles” y piden permiso para ir a jugar al Mundial, e invitan a comprar bufandas para ayudar al seleccionado, se merece mi apoyo. Sin grandes contratos millonarios, y considerados jugadores de un deporte “no de hombres” como el rugby, esta gente me ha llegado al corazón.
En este mundial alentaré por la selección de MI país y por el seleccionado kiwi (si pasan los partidos por TV abierta), con igual pasión... total, JAMÁS se cruzarán en la final.
Los invito a alentar al seleccionado kiwi.
Cuando el entrevistador le preguntó que pensaba sobre el primer partido a jugar en el Mundial, si podían los All Whites vencer a Eslovaquia, el jugador, muy seguro de sí mismo, respondió: “Si tenemos un buen día, les ganaremos. Si no, no”.
Un equipo que llega al Mundial a pulmón, sin el apoyo ni de sus amigos, que tienen trabajos “civiles” y piden permiso para ir a jugar al Mundial, e invitan a comprar bufandas para ayudar al seleccionado, se merece mi apoyo. Sin grandes contratos millonarios, y considerados jugadores de un deporte “no de hombres” como el rugby, esta gente me ha llegado al corazón.
En este mundial alentaré por la selección de MI país y por el seleccionado kiwi (si pasan los partidos por TV abierta), con igual pasión... total, JAMÁS se cruzarán en la final.
Los invito a alentar al seleccionado kiwi.
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19/5/10
Tic tac - Tic tac
Desde hace dos días sufro una de las peores de las esperas desde que estoy en este país.
Creo que no estuve así de angustiada ni cuando esperaba que me devolvieran el pasaporte luego de modificar la visa para estudiar.
Ni siquiera cuando me sentía enferma y Smith me llevó al médico.
Esta espera es eterna... y no creo poder soportar más no saber que está pasando. Y a Juan también lo preocupa... queremos saber que pasa, como se soluciona, y cuánto dinero costará.
Desde hace dos días, nuestro auto está en el taller. El mecánico dijo que llamaba para decir que tiene, cuanto cuesta arreglarlo y cuanto tiempo demorará.
Aún no llamó.
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6/5/10
Deja vu
En estos primeros días de Esteban en NZ, reviví muchas cosas que creo que el inconciente (sabiamente) había guardado en un rincón polvoriento de mi mente.
El otro día Smith me pidió que acompañara a ambos a hacer los trámites del número de IRD y la apertura de una cuenta bancaria. Sentada en el box del banco, mientras la atenta empleada le explicaba las características de su cuenta y como usar la tarjeta, y yo le traducía al español (porque este chico tenía un julepe que no entendía nada), caí en la cuenta de muchas cosas.
Para empezar, todo eso que yo le explicaba naturalmente en su momento me había llevado horas entender. Que todas las palabras que la señora decía yo las entendía, pero hace unos meses atrás eran sólo sonidos. Que ya entiendo cuando me hablan.
Lo mismo sucedió en su cena de bienvenida. Todos recordarán esa cena donde se nos presentó a la familia, se nos conversó y se nos cagó de sed. Bueno, esta vez se repitió, pero Juan y yo hacíamos chistes, hablábamos de deportes, de costumbres y de demás gansadas. Mientras tanto, desde un lugar de la mesa, Esteban miraba, sonreía sin entender nada y se preguntaba cuando le iban a ofrecer algo para beber.
De repente, miré a Esteban, y me recordé sentada en ese lugar, sonriendo a palabras sueltas sin sentido, sintiéndome observada y rogando que pronto nos fuéramos a casa (que en ese momento no sentíamos “casa¬”, era solo el lugar donde estaba la cama para dormir), pensando que jamás podríamos encajar en este lugar.
En estos días recordé esos primeros días, y miro y escucho a Juan hablar inglés, y me miro desenvolverme en las más diversas situaciones, y le digo con toda la sinceridad del mundo a Esteban “Al principio no entendés nada, y todo es raro y te da miedo, pero después te acostumbrás, y hablás inglés”.
Claro que no le digo que cuesta bastante… pero creo que vale la pena que viva “la experiencia New Zealand”
El otro día Smith me pidió que acompañara a ambos a hacer los trámites del número de IRD y la apertura de una cuenta bancaria. Sentada en el box del banco, mientras la atenta empleada le explicaba las características de su cuenta y como usar la tarjeta, y yo le traducía al español (porque este chico tenía un julepe que no entendía nada), caí en la cuenta de muchas cosas.
Para empezar, todo eso que yo le explicaba naturalmente en su momento me había llevado horas entender. Que todas las palabras que la señora decía yo las entendía, pero hace unos meses atrás eran sólo sonidos. Que ya entiendo cuando me hablan.
Lo mismo sucedió en su cena de bienvenida. Todos recordarán esa cena donde se nos presentó a la familia, se nos conversó y se nos cagó de sed. Bueno, esta vez se repitió, pero Juan y yo hacíamos chistes, hablábamos de deportes, de costumbres y de demás gansadas. Mientras tanto, desde un lugar de la mesa, Esteban miraba, sonreía sin entender nada y se preguntaba cuando le iban a ofrecer algo para beber.
De repente, miré a Esteban, y me recordé sentada en ese lugar, sonriendo a palabras sueltas sin sentido, sintiéndome observada y rogando que pronto nos fuéramos a casa (que en ese momento no sentíamos “casa¬”, era solo el lugar donde estaba la cama para dormir), pensando que jamás podríamos encajar en este lugar.
En estos días recordé esos primeros días, y miro y escucho a Juan hablar inglés, y me miro desenvolverme en las más diversas situaciones, y le digo con toda la sinceridad del mundo a Esteban “Al principio no entendés nada, y todo es raro y te da miedo, pero después te acostumbrás, y hablás inglés”.
Claro que no le digo que cuesta bastante… pero creo que vale la pena que viva “la experiencia New Zealand”
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3/5/10
Donde los deseos se hacen realidad...
De más está decir que Smith me eligió a mí para ir a recibir al chico nuevo. Muy a mi pesar lo acompañé a recibir a Esteban. El problema no era el viaje, ni esperar en el aeropuerto, ni que tuviera que usar 2hs de mi agitada vida en ello… sino que no sabía de que íbamos a hablar en el trayecto hasta el aeropuerto. Gracias a Dios, la naturaleza es sabia, y los dos viajamos resfriados y con la garganta dolorida, así que en vez de charlar nos la pasamos tosiendo y comiendo pastillas de menta.
Esteban llegó cansado, mal dormido, sin entender inglés ni español del dolor de oídos que tenía y sólo deseaba dormir, o llegar a algún lugar donde sentarse y dejar de viajar. Smith deseaba que este chico hablara, para saber su nivel de inglés.
Ninguno de los deseos se cumplieron rápidamente, pero luego de un fin de semana Esteban pudo recuperar sus horas de sueño, y Smith oir a su empleado incursionando en la comunicación en otro idioma.
29/4/10
Se agranda la familia
Creo que no lo había comentado antes, pero Ryan se fue. Se fue hace unos meses ya (en marzo, si mal no recuerdo), con rumbo a la isla Norte, en busca de calor, chicas, tambo más chico y la independencia familiar. Se lo extraña, no lo voy a negar.
La cosa es que Smith necesitaba un nuevo empleado, y decidió traer a otro argentino. Eso creo que nos enorgulleció, ya que quería decir que en cierto modo le hemos causado buena impresión y que hemos dejado en buena posición a nuestro país. A pesar de este orgullo, le dijimos que no todos los argentinos son trabajadores, no todos son honestos y no todos son de fiar. ¡El que avisa no es traidor!
Así que desde marzo estamos a las vueltas conversando por mail o MSN con Esteban, el chico nuevo. Que sí, que no, que papel va, papel viene, los primeros días de mayo estará con nosotros Esteban, haciendo que el grupo trabajador argentino gane por medio empleado al equipo kiwi.
A pesar de la alegría general por su llegada, hay algo que a Smith no le termina de convencer del nuevo empleado, y es su nivel de inglés. Nadie sabe (ni ellos ni nosotros) cuanto o como habla este chico. La única referencia a su conocimiento del idioma es que en su CV la Empresa consultora indicó que el nivel es bueno, así que suponemos que habla más que Juan. Por las dudas, Smith ya me pidió que lo acompañara a buscarlo al aeropuerto. Y que los primeros días, estuviera en casa así me puede llamar para ir a “traducir” cuando lo pasee por la farm. Se ve que no confía en el nivel que Juan ha adquirido de inglés, o teme que entre dos argentinos medio parlantes y su forma de hablar rara y rápida se arme un caos lingüístico del cual no puedan salir.
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24/4/10
Salsa para vivir... salsa para ser feliz
Cuando llegamos a NZ uno de los grandes choques culturales fue la comida. Si bien empezamos con el pie izquierdo, por cuestiones de que necesitamos comer para vivir, no desistimos en la compra de víveres.
Al principio, uno de los problemas que tuvimos fue la salsa de tomate. Sin importar que marca compráramos, ni cuanto hirviera o como la condimentáramos, la salsa era demasiado dulce. Era como comer Ketchup caliente.
Con el tiempo descubrimos donde residía el problema. Si uno observa cuidadosamente, en cualquier supermercado se encuentra salsa de tomate enlatada en dos góndolas diferentes: una donde hay a su alrededor mostazas, mayonesas y demás aderezos similares, y otra donde hay tomates en cubos, enteros y demás.
El tema era simple: nosotros comprábamos “Tomato Sauce” que sería salsa de tomate o Ketchup, y lo que queríamos era “Pasta Sauce” que es salsa para pasta. La diferencia al ojo del argentino traductor es mínima, pero en el plato es abismal.
Así que un buen día, comenzamos a comprar la “sauce” correcta, y los días de fideos con Ketchup caliente quedaron atrás.
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19/4/10
La pesadilla
El tema del idioma y la barrera idiomática se hace sentir con toda su fuerza cuando llegamos a la caja del supermercado. Ya había comentado que las desquiciamos pagando en efectivo, pero ese ha sido el menor de los males. Ahora que contamos con tarjeta de débito, y contamos con escaso efectivo, ya actuamos como kiwis en la caja del super… o casi. Cada vez que vamos a pagar, nos preguntan, piden u ofrecen algo que nos ha llevado varios meses comprender.
En Argentina, cuando uno termina de pasar las cosas por la caja, y ya se sabe el total a pagar, por lo general la cajera pregunta si se abonará en efectivo o con tarjeta. A lo sumo, consultarán por alguna tarjeta de beneficios. Pero acá no… acá es un cuestionario complejo, que dejan al Código Da Vinci sencillo e insignificante cual adivinanza del chicle Bazooka. Paso a detallar:
Mientras pasas las cosas, en uno de los supermercados te piden “one card (una tarjeta)”. Todos, absolutamente todos, le decíamos “yes” o le dábamos la tarjeta del banco, pensando que nos estaba diciendo si queríamos abonar con tarjeta. ERROR! Cara de orto Nº1 de la cajera: “one card” es una tarjeta de compras que suma puntos y te da descuentos. No le tenés que decir que si… y no darle la OneCad, o pasar la tarjeta del banco, porque todavía hay cosas por sumar. La respuesta correcta es pasa la OneCard, y quedarse calladito.
Ok. La cajera sigue pasando las cosas. En un momento, dice algo de “paper (papel)”, y muestra una pila de diarios. Ahí la mirábamos con los ojos abiertos, como tratando de que sus ondas cerebrales nos llegaran (en español) y pudiéramos entender que estaba sucediendo. ERROR! Cara de orto Nº2 de la cajera: el “paper” es para envolver productos congelados, para que mantengan su temperatura el mayor tiempo posible. Eso, ESO, nos llevó meses descifrar.
La cajera termina de pasar todas las cosas, y nos da el costo final. Nos pregunta “Cash? (efectivo)”, a lo que nosotros por lo general respondemos diciendo “Card (tarjeta)” o simplemente le damos la tarjeta. ERROR! Cara de orto 3 de la cajera: Lo que ella quiere saber es si queremos pedir dinero en efectivo, cuyo monto se sumará al de la compra. Tras varias “Cash?” ”card” ”Cash?” ”Card” ”CASH?” “Card” “CASH?!?!? */#” “Card” se daban por vencidas.
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14/4/10
Reividicando el tambo
Por esa razón, a continuación enumeraré algunas ventajas del trabajo de tambo:
- para ir de un lado al otro (ya sea a buscar vacas, a arreglar algo, o sólo ir del punto A al B) usamos un cuatriciclo. Mientras mucho sólo pueden usar uno en alguna playa, pagando, a nosotros nos pagan por andar en cuatriciclo.
- la higiene y aspecto personal no influyen. Los hombres pueden ir barbudos, con olor a hombre, o las mujeres sin maquillajes, despeinadas, con el pelo grasoso. Todos, sin distinción de sexo o raza, pueden ir con la ropa sucia y/o rota.
- el jefe nos provee de la ropa especial para este tipo de trabajo. Si bien es un solo juego de ropa, no tenemos que gastar una fortuna en botas, mameluco y ropa impermeable.
- el curso acelerado de inglés es gratis, y está incluido en el contrato (es decir, o hablás en inglés o hablás en inglés… porque no te queda otra)
- no se puede comer en el trabajo (por razones de salud e higiene), así que nada de andar picoteando en la oficina, lo que ayuda a mantener la figura.
- si se te escapa un gas (gas= pedo=flatulencia) o lo hacés a propósito, siempre, SIEMPRE, podés culpar a una vaca.
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