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17/12/09

Cosas que aprendí acá


Si una vaca está corriendo, agarrarla de la cola no va a hacer que se detenga.
No importa la fuerza que hagas, o la voluntad que pongas. La vaca no se detiene. Probablemente aumente su velocidad y/o te arrastre unos metros.

12/12/09

El cajón de las ofertas


En uno de los supermercados locales existía algo que era delirio de los argentinos. Y digo esto, porque las únicas personas que se acercaban religiosamente a ver sus novedades éramos nosotros.
El tema era así: en una pequeña y vieja heladera exhibidora, este supermercado dejaba productos refrigerados a precio más barato, por la simple razón de que los mismos estaban prontos a su fecha de vencimiento. Allí siempre había algo diferente: yogures, capelletinis frescos, quesos de distintos tipos y sabores, humus (si… acá venden humus), fiambres, chocolates, leches… Cambiaban seguido su contenido, por lo que uno nunca sabía que sorpresa lo esperaba en esa pequeña heladera.
Una vez, fuimos varios argentinos juntos al supermercado. Todos estábamos al tanto de esta maravilla de las gangas supermercadistas, por lo que todos nos arrimamos a ver, y a los segundos, los tres argentinos (vecino argentino, uno de Riversdale y yo) estábamos absortos revolviendo los productos. Los kiwis pasaban, miraban por arriba de nuestras cabezas (quizás pensando que algo de allí valdría la pena, ya que estábamos meta revolver) y seguían. Nosotros seguíamos agarrando productos, comentando precios y poniendo cosas en nuestros carritos sin pensar si era buen precio o si era útil o si realmente íbamos a comer eso. La cuestión era encontrar lo más rico y barato rápido, y que no se lo lleve el otro. Por suerte, volvimos a la realidad (y nos percatamos del papelón que hacíamos) a tiempo, sin que ninguno empezara a tironear de un pedazo de mortadela o le pisara el tarro de yogur al otro. Y por suerte, devolvimos aquellos productos que, sinceramente, jamás íbamos a comer.
Esa fue la primera vez que le pude explicar a un hombre porque las mujeres nos deliramos en las liquidaciones de ropa, y por primera vez un hombre pudo experimentar esa sensación.

Hace unas semanas, el supermercado fue remodelado y cambió de marca, por lo que el cajón de las ofertas fue erradicado, porque no era acorde a la nueva imagen y al target que apuntaba. O quizás, sólo lo sacaron porque atraía muchos argentinos e incomodaba a la gente.


5/12/09

Segunda reunión mensual III


La señora apareció con un maletín negro, una carpeta enorme con fotitos de vacas, campos y farmers, y hablaba con los Smiths como si fuera amiga de años.
Esta señora era de una empresa o algo así que capacita a gente que trabaja en el campo (no sólo en tambos, sino en campos de ovejas, de engorde y demás bichitos y cosas), y venía a explicarle a Juan el curso que iba a hacer.
El tema es así: Kareen y Smith le ofrecieron a Juan realizar un curso de “farming” general, que le da un certificado de reconocimiento nacional. Luego de este curso puede hacer cursos más complejos, y seguir obteniendo certificados, hasta tener un título o algo así. Es muy buena oportunidad para Juan, y a ellos les debe ser útil tener personal con certificados nacionales.
Así que la señora explicó como se cursaba este nivel: se ven varios temas generales del trabajo en el tambo, como pasturas, alambrados, manejo de vehículos en la farm, arreo de vacas, etc. Una vez por semana se asiste a una clase teórica, siendo 4 clases en total. Luego se completa en una carpeta enorme, donde están todos los textos, una serie de cuadros según la actividad a realizar. Por ejemplo, hay un cuadro que es sobre la tarea de llevar las vacas desde su potrero hasta el tambo. Uno anota como hizo esa tarea la primer semana, la segunda y así, hasta que el patrón decide que uno ya aprendió, firma el cuadro y da por concluido y aprobado al tema. Tiene 6 meses para completar la carpeta.
Si bien a Kareen le pareció medio pelotudo el curso, porque era sobre todas las tareas que realizaba Juan todos los días, decidió que lo hiciera ya que sin ese curso no podía pasar al otro nivel. Y en ese momento, me invitaron a hacerlo. La verdad, no me interesaba… pero después de decir que me esfuerzo pero soy mala, y que no sé de tambo y bla bla bla , no podía oponerme a la oportunidad de mejorar.
Así que en un tiempito nomás empezamos a estudiar tambo… y a hacer ejercicios de arrear vacas y arreglar alambrados eléctricos… aburrido para Juan… un mundo de aventuras y peligros para mi…
Espero me dejen hacer cosas de diseño en las clases, como cuadros o infografías, o una web. Quizás pueda aprobar el tema de arrear vacas si les hago una animación en Flash mostrando que entiendo el concepto.

2/12/09

Segunda reunión mensual II


Los Smith en su totalidad (exceptuando el Baby que no estaba y Julia que estaba concentrada en sacarle el borde a un pan lactal) dijeron que me quedara, que iba bien, que iba a mejorar, que era cuestión de tiempo y bla bla bla. Incluso Ryan me dio palabras de aliento y me felicito (no sé por que, si nunca me vio trabajar).
De sentirme la peor empleada y la más inútil, pasé a ser la empleada del mes y centro de felicitaciones varias. Podría decirse que mi carrera en el mundo tambero va bien.
Superado el mal trago, comimos y hablaron cosas del tambo. Como dije, la tarta estaba muy rica, todo muy lindo.
A la hora del postre, mi lemon pie fue totalmente ignorado. Kareen se sirvió, y me dijo que estaba rico. Le dio a probar a Julia, quien puso cara de asco, y se tapó la cara… una crítica culinaria bastante sincera. Juan y yo comimos, y estaba bueno, no estaba empalagoso ni nada. Pero bueno, no sé que pasó con eso. Dejamos la fuente y el lemon pie, y a los días volvió limpia. ¿Lo habrán comido? ¿Se lo dieron a los perros? ¿Se lo dieron a las vacas? Nunca lo sabremos.
El clima de la reunión fue muy agradable. A cada decisión que se tomaba, Smith decía “está bien si Vanesa… está feliz al respecto”, por lo cual debía que decir OK o no a cada tema. Después, me aseguró que en 2 meses iba a ser la jefa. Pero como me dijo alguien, me van a nombrar presidenta del tambo con tal que me quede sentada en una oficina, detrás de un escritorio, lejos de las vacas.
El vaso de agua llegó, obviamente, a la hora del café de la sobremesa. Y gracias a que se lo ofrecieron a una señora que vino a explicarnos lo que íbamos a hacer durante el mes de noviembre.