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Mostrando entradas con la etiqueta el vecino argentino. Mostrar todas las entradas
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7/9/10

Hoy allá es mi cumpleaños


Hoy allá es mi cumpleaños. Lo cual quiere decir que ayer fui mi cumpleaños acá. Confuso, como siempre. Hace tres días que recibo saludos confundidos ya sea por cuestiones de husos horarios o por gente que se despista nomás.
Pasé un cumpleaños hermoso. A diferencia del año pasado, en esta ocasión tengo amigos cerca. El año pasado éramos Juan, Vecino argentino y yo, comiendo brownies y admirando el kilo de yerba mate que recibí de regalo. Suena deprimente, y en cierta forma lo fue... pero en esa ocasión, como en este año, recibí el cariño de toda mi familia, amigos, colegas y demás que estaban en Argentina.
Pero nadie lee este blog para deprimirse, así que detallaré los festejos de este año.
El sábado 4 aproveché que estábamos de franco e hice una cena en casa con amigos argentinos y los patrones. Sinceramente, no pensé que Kareen y Smith fueran a venir, pero se presentaron, a pesar del cansancio y el largo día. Fue bien argentino el tema: picadita previa, empanadas, vino, cerveza y fernet. Mucho idioma español, mucha cara de patrón desconcertado, muchas risas. Por fin pudimos explicarles a los jefes que se siente estar en un lugar donde no se entiende lo que otros hablan.
Notas de color del sábado:
- Les hicimos probar el fernet a los patrones. A Smith le encantó, se tomó dos vasos cargaditos, se asombró por la graduación alcohólica y pidió información al respecto. El domingo nos andaba pidiendo que le repitiéramos el nombre de la bebida, porque parece que durmió como un bebé después de esos dos vasos. Ya sabemos que le traeremos de regalo desde Argentina.
Kareen tomó un vaso y le gustó. El lunes a la mañana, cuando vino a buscar a sus hijos, me dijo que esa bebida nuestra era maligna. Se desveló, tuvo palpitaciones, no se durmió hasta las 3am. Dijo que Smith durmió como un bebé, así que cree que el problema es que ella sólo tomo un vaso. Habrá que traerle otra cosa de allá.
- Algún desubicado le preguntó a los Smith que pensaba de los argentinos. Digo desubicado porque cuando la relación es 10 argentinos – 2 kiwis no podés responder cosas malas porque te cagan a trompadas. El jefe la piloteó y dijo que éramos buenos trabajadores y mejores que los kiwis. Todos coincidimos en que omitió la parte de que éramos baratos.
- Smith haciéndole caras al bebé de una amiga, al estilo “¿Dónde está el bebé? ¡Acá ‘tá!”

El martes fue más tranquilo, porque todos trabajaban, incluido Juan. Aún así festejé mi cumple con Julia y Spencer, a quienes intenté llenar de torta para sacármela de encima. Luego de los saludos por Facebook, MSN, teléfono y en persona, mi amiga Romina (la mamá del bebé) me llamó para saludarme, y como Kareen me había dado la tarde libre, la invité a casa. Así que tomamos mate, comimos (más) torta, y comentamos lo vivido el sábado, nuestras desventuras al volante y demás nimiedades de la cotidianidad.
Aún no sé si iremos a cenar afuera, si nos quedaremos en casa, o que. Pero estoy feliz. Y me alegra saber que hay gente que me quiere, me saluda y se hace un tiempo para estar presente en mi cumple, ya sea por internet, con un llamado o una visita.
¿Estaré sensible o me estoy poniendo vieja?


Gente que tenía cosas MUY importantes (pero importantísimas, eh!) que hacer se tomó su tiempo y me diseñó esta tarjetita.¡¡Los amo EstudioMate!!

12/12/09

El cajón de las ofertas


En uno de los supermercados locales existía algo que era delirio de los argentinos. Y digo esto, porque las únicas personas que se acercaban religiosamente a ver sus novedades éramos nosotros.
El tema era así: en una pequeña y vieja heladera exhibidora, este supermercado dejaba productos refrigerados a precio más barato, por la simple razón de que los mismos estaban prontos a su fecha de vencimiento. Allí siempre había algo diferente: yogures, capelletinis frescos, quesos de distintos tipos y sabores, humus (si… acá venden humus), fiambres, chocolates, leches… Cambiaban seguido su contenido, por lo que uno nunca sabía que sorpresa lo esperaba en esa pequeña heladera.
Una vez, fuimos varios argentinos juntos al supermercado. Todos estábamos al tanto de esta maravilla de las gangas supermercadistas, por lo que todos nos arrimamos a ver, y a los segundos, los tres argentinos (vecino argentino, uno de Riversdale y yo) estábamos absortos revolviendo los productos. Los kiwis pasaban, miraban por arriba de nuestras cabezas (quizás pensando que algo de allí valdría la pena, ya que estábamos meta revolver) y seguían. Nosotros seguíamos agarrando productos, comentando precios y poniendo cosas en nuestros carritos sin pensar si era buen precio o si era útil o si realmente íbamos a comer eso. La cuestión era encontrar lo más rico y barato rápido, y que no se lo lleve el otro. Por suerte, volvimos a la realidad (y nos percatamos del papelón que hacíamos) a tiempo, sin que ninguno empezara a tironear de un pedazo de mortadela o le pisara el tarro de yogur al otro. Y por suerte, devolvimos aquellos productos que, sinceramente, jamás íbamos a comer.
Esa fue la primera vez que le pude explicar a un hombre porque las mujeres nos deliramos en las liquidaciones de ropa, y por primera vez un hombre pudo experimentar esa sensación.

Hace unas semanas, el supermercado fue remodelado y cambió de marca, por lo que el cajón de las ofertas fue erradicado, porque no era acorde a la nueva imagen y al target que apuntaba. O quizás, sólo lo sacaron porque atraía muchos argentinos e incomodaba a la gente.


14/10/09

Manual de uso del argentino


En esos primeros días en Nueva Zelanda conocimos a los otros chicos argentinos que vinieron a trabajar a la zona. Uno de ellos se volvió a Argentina al poco tiempo de estar, supongo que decepcionado por el trabajo, el frío y los kiwis en general. El otro, el Vecino Argentino, se quedó y nos hicimos muy buenos amigos, y nos visitamos frecuentemente.
Los dos son muy graciosos, y comparando experiencias llegamos a varias conclusiones. Estamos SEGUROS de que  la Empresa Consultora (la empresa que gestionó tantos sus contratos como el de Juan) le entrega a cada patrón un libro que habla sobre Argentina y su cultura. Nosotros llamamos a eso “Manual de uso del argentino que compró”, y creemos que tiene anotaciones de este tipo:

“El argentino toma líquido al ingerir alimentos. Para su buen funcionamiento, aconsejamos hidratar a su argentino de manera frecuente. Ofrézcale bebidas y revise que tenga a su alcance líquidos. Ofrézcale bebidas aún después de que haya comido.”

“El argentino puede intentar besarlo. No se asuste si esto sucede. En su país es normal saludarse con un beso. Hay pocas posibilidades de que este contacto físico pase a mayores, pero por las dudas no le acerque niños.”

“El argentino, en su afán por hidratarse, consume varios litros de mate. Mate es una infusión nacional sin efectos alucinógenos conocidos. Suelen consumirlo en grupos, compartiendo un mismo adminículo que pasan de mano en mano. Este ritual suele comenzar a las 18hs, postergando la cena hasta las 22hs aprox.”

“El argentino tiende a agruparse con gente de su misma nacionalidad. Deje a su alcance información sobre la existencia de pares en las áreas lindantes.”