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13/1/10
Un servicio a mi medida
Si hay algo que debo remarcar de este país es que posee un servicio de baños públicos de altísimo nivel. En todos, todos, todos lados hay baños públicos. Ya sea una pequeña ciudad, un parador, un lugar interesante en medio de la naturaleza, siempre habrá un inodoro al alcance de cualquier vejiga.
La limpieza en general es muy buena, casi siempre hay papel higiénico, jabón líquido para lavarse las manos y toallitas de papel para secarlas, o en su defecto, un secador de esos que hacen ruido y tiran aire. Tiene cerradura que funciona, para asegurarse que nadie entrará, y un infaltable cesto de residuos.
Hasta el momento, el más extraño que he visto es uno en Kaka Point (JURO que es mera casualidad… que no lo inventé para que esto sea cómico), el cual poseía inodoro, pero todo “caía” a las piedras de abajo… un pozo con asiento, el principio del baño como hoy lo conocemos.
El argentino, habituado a tomar mate en abundancia, también debe estar agradecido de este maravilloso servicio. Y las mujeres, que no hemos sido anatómicamente diseñadas para orinar con la misma facilidad que los hombres, deberíamos pedir que se destinen más fondos a ellos.
Los que me conocen recordarán mi típica frase “tengo que ir al baño” dicha en cualquier contexto, al rato de haber salido del último baño accesible. Por suerte, eso dejó de ser problema aquí, ya que sé que cuando llegue a destino, o quizás a mitad de camino, Nueva Zelanda tendrá un baño esperándome.
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