El lunes a la mañana, con nuestro equipaje sano y salvo (aparecieron las valijas y Aduana sólo revisó la que tenía la yerba) partimos hacia el Sur de la Isla Sur, más precisamente a Invercargill.
En 4 horas pasamos de Auckland, la gran ciudad, en un avión pequeño, a Christchurch, una ciudad más pequeña. Se notó que el aeropuerto era más pequeño, menos gente, gente más kiwi que internacional. Allí tomamos el último vuelo, ya sí a Invercargill. Este último avión era MUY pequeño, y teníamos que ir caminando por la pista para subir. Al llegar a Invercargill el aeropuerto era minúsculo, ya sin seguridad, ni varias puertas… por poco tenemos que ir a señalar nuestras valijas cuando las bajaban del avión, como en la Terminal de ómnibus de Mar del Plata.
Allí nos estaba esperando el patrón, el Sr. Smith. Es un tipo de unos 40 años, simpático, muy educado, pero que habla con acento kiwi, a mil por hora y como si tuviera una papa en la boca. ¡Aun hoy en día nos es complicado entender lo que dice!
La sensación de Juan fue que acá hablan como unos dibujitos de Hanna-Barbera, que eran osos montañeses, y decían “oye apaaa”… yo coincido totalmente con él.
En fin, Smith, luego de llevarnos a comprar comida a un supermercado (compra que se parecía a esa temporada de Gran Hermano en la cual compraban a contrarreloj porque les cerraban la puerta), nos invitó a cenar a su casa, previo depósito de nuestras valijas y compras en la casa que nos dieron.
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6/10/09
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