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31/10/09

Hablemos de negocios


Luego de almorzar, comenzó la reunión mensual del staff. Hasta ese momento no se había conversado mucho, quizás los Smiths entre ellos cosas que no entendimos, pero en sí fue un almuerzo silencioso.
La reunión propiamente dicha fue corta. Nos leyeron los objetivos para el mes próximo (que no entendimos), como iban por ahora los resultados (que no entendimos) y algunas observaciones al respecto (que no entendimos).
Kareen siguió leyendo su lista de “cosas que se hacen en la reunión”, y continuó con la felicitación a su/s empleado/s: Juan fue felicitado por su buen trabajo. Fin de la felicitación.
A continuación, se le preguntó al empleado del mes que le gustaría aprender. Creo que se sorprendieron cuando Juan pidió en inglés aprender a hacer funcionar el tambo (es decir, la máquina) y a tratar las vacas con mastitis, ya que con su poca tendencia a la charla y su tímido uso del inglés eso fue mucho pedir.
Terminadas estas formalidades, nos saludamos y cada uno se fue a trabajar a donde le correspondía. A mi no me felicitaron por nada, ya que mi desempeño  no había comenzado (empecé a generar pérdidas materiales, o trabajar como le dicen algunos, dos días después).


30/10/09

Almorzando con los Smith


Todos los meses, valga la redundancia, se realiza una reunión mensual de staff de la granja Smith. Esta reunión se hace durante el receso del almuerzo, por lo que todos los trabajadores y patrones se reúnen a compartir la comida y conversar sobre el trabajo, el desempeño y esas cosas laborales.
Almorzaron con los Smith (musiquita de Mirtha Legrand de fondo):
      Smith, dueño y farmer
      Kareen Smith, dueña y farmer
      Ryan Smith, hijo de Smith y farmer
      Julia Smith, hija de Smith y Kareen, 3 años
      Baby Smith (todavía no retenemos en la memoria su nombre), hijo de Smith y Kareen, 7 meses
      Natalia Natalia, madre de Kareen, suegra de smith, abuela de Julia y Baby
      Juan, empleado y argentino
      Vanesa, novia del empleado, franquera y argentinaYo estaba nerviosa, porque no me gusta eso de compartir cosas cotidianas con los kiwis. No me acostumbro a su forma de desenvolverse, no sé que tengo que hacer, o peor aún, que pueden llegar a hacer. Juan creo que estaba un poco nervioso, porque estas cosas son una caja de sorpresas, y uno nunca sabe que es común y que no, o si puede llegar a ofender a alguien con sus costumbres.
Llegamos y media alma se nos volvió al cuerpo. La mesa estaba puesta con varios platos con fiambre, queso, tomates cherry, zanahoria rallada, carne, pepino y un paquete de pan lactal. Todo indicaba que íbamos a almorzar sándwiches armados por nosotros mismos, lo cual implicaba más informalidad y no tener que lidiar con comida que no gusta. Nos sentamos tranquilos, y nos pusieron un plato chico, un cuchillo y arriba de todo, un bol… un tazón sin asa. Obviamente, había algo de su forma de comer sándwiches que no entendíamos.
El tema es que empezaron a pasar un recipiente con una sustancia oscura, semilíquida, que se servían en los tazones esos. Era sopa de verduras licuada o algo así nos explicaron. Como no sabíamos si era obligatorio comer eso antes de los sándwiches, nos servimos, no sea cosa que no comer eso implicara no comer nada más. El detalle fue que cuando nos llegó la sopera, la misma estaba casi vacía, por lo que nos servimos muy poco para que quedara para el resto de los comensales. Ni bien pasamos la sopera, fueron a la cocina y la recargaron.
En fin, comimos la escasa sopa y le metimos mano a los sándwiches. En realidad, al sándwich, porque para cuando pudimos empezar a armarlos ya no quedaba casi pan y nos dio vergüenza. De más está decir que nos cagamos de hambre.
Ryan comió que dio calambre. Tomaba sopa mientras se hacía un sándwich y después mojaba el sándwich en la sopa. Una máquina de comer, pero es como dijo Juan: tiene 18 años y los niños a esa edad comen así. Smith nos enseñó la frase “Excuse my fingers”, que es decir “Disculpe mis dedos (o a mis dedos)”, y se emplea al agarrar comida con la mano de cualquier plato, cosa que hizo sin vergüenza ya que era su país, su casa y su comida, así que llevaba ventaja.
Después de almorzar Smith nos miró y nos ofreció en perfecto inglés kiwi “¿Café o agua?”. Sí… siguen sin entender que necesitamos hidratarnos al ingerir alimentos. Y sí, nos comimos un sándwich de pan lactal sin beber nada y todavía lo tenemos atorado. Pedí agua, y por suerte me trajo un vaso ENORME.

29/10/09

E24


Así que  Smith nos llevó a Juan y a mí a buscar un médico, por lo que fuimos a Gore, al Medical Centre. Pero omitimos un detalle: eran más de las 17hs. Los kiwis cierran todo para no convertirse en estatuas de sal!!! Así que la señora del Medical Centre apenas abrió la puerta (si, la puerta estaba cerrada con llave) para pedirnos que llamáramos al medical Centre de Mataura para ver si me atendían o tenía que volver al otro día a las 10am., cuando abrían.
Así que Smith llamó al Medical Centre de Mataura, y tuve que describirle mis síntomas a la médica. El diagnóstico fue: necesita ser atendida por un médico. Así que me mandó al hospital de Gore.
Al llegar al hospital de Gore nos encontramos con otra sorpresa: la guardia no me iba a atender, sino que tenía que esperar a la doctora que me había enviado. Ellos tienen un cartelito que explica el orden de importancia. No lo recuerdo bien, pero la traducción sería algo así como: si uno llega con problemas cardíacos o con amputación, la atención es inmediata; si uno llega con palpitaciones y media amputación, la atención demora entre 5 y 10 minutos; si le duele mucho mucho, 30 minutos; si le duele mucho pero se la aguanta, 1hora; si le duele, 2horas.
Como entraba en la categoría “le duele, se queja, pero habla medio mal inglés así que no estamos seguros de que carajo le pasa” no sabíamos cuanto tendríamos que esperar. Por suerte, en menos de una hora (pero menos de una hora ETERNA) llegó la médica. Diagnóstico: Sinusitis. Remedios: Paracetamol 4 veces al día; Ibuprofeno 3 veces al día. Si bien hubiera preferido un diagnóstico más grave y un tratamiento más complejo para justificar tanto lío, me quedé calladita y acepté el veredicto sin queja alguna.
Lo que no pudo entender la doctora fue como a menos de un mes de haber llegado al país ya estaba usando sus servicios públicos sin ningún tipo de vergüenza. Pero… como los kiwis deben creer que Argentina es como una selva de Brasil, y nos imaginan bailando en sunga en medio de la selva rodeados de monos y con bananas en la cabeza,… culpó al cambio drástico de clima (es decir, venir de su selva imaginaria al sur del sur del culo del mundo) por mi sinusitis, y le di la razón para pasar menos vergüenza.


28/10/09

Llevando el argentino al service


Un resfrío mal curado, la calefacción por radiadores, el esfuerzo físico o todo eso junto provocó que la argentina colapsara. Después de la primera mañana de trabajo con los terneros, me empecé a sentir muy mal, mareada, la cabeza me estallaba, nauseas, el oído era un centro de dolor… imposible de describir. Muy a mi pesar tuve que pedir asistencia médica, porque el dolor que durante días había sido una molestia se convirtió en una insoportable sensación de cercanía a la muerte. Así que después de meditarlo y conversarlo con Juan, decidimos que era necesario que fuera al médico y pasar por todas los trámites que eso implicaría.
La asistencia médica que contratamos antes de viajar se portó de maravillas (Mi agente de Viajes, si lees esto, tu recomendación fue excelente), pero ese fue solo el inicio del conflicto internacional.
La parte kiwi de la asistencia me llamó para pedirme mi dirección y ciudad de residencia. La minita kiwi que me llamó no sabía donde quedaba Gore, por lo cual tuve que orientarla en su propio país, con mi patética pronunciación de ciudades, y así mi teoría de que estamos en el medio de la nada comenzó a tener irrefutables pruebas locales. Al rato volvió a llamar para decirme que no me conseguía médico hasta la otra semana, y me pidió que les consiguiera un teléfono de una clínica de acá cerca así ellos les preguntaban si me podían atender… procedimiento muy argentino para NZ. Desconsolada, me tiré en la cama a esperar morir o que Smith me trajera un veterinario, ya que cualquiera de esas cosas parecía más sencilla de lograr que llegar a un médico en NZ.
Finalmente, la asistencia me llamó desde Argentina para avisarme que estaban al tanto de la demora en la atención. Así que me autorizaron a ir a un médico cualquiera, a la guardia o lo que fuera, pagara lo que me cobraran y después les pidiera el reembolso en Argentina, con tal de que no me les muriera de un dolor de oído.

El método freudiano vs el método Smith

Mi tarea no es sólo acarrear baldes con leche. Tengo que corroborar que los terneros tengan comida, agua limpia y que estén sanitos. También, cuando son recién nacidos o muy chiquitos, hay que alimentarlos con mamadera.
Otra vez, entré en acción. Kareen me explicó como armarles las mamaderas, y que tenía que hacer que tomen cierta cantidad mínima. Easy! Lo saqué al toque. Y ahí fui con una mamadera al ternerito acostado, que apenas se movía. Me puse de rodillas, le abrí la boquita, le daba mamadera, le chistaba bajito, le hacía mimitos… el ternero se rehusaba a ingerir alimento. Mientras tanto, los otros terneros, atraídos por el olor a leche que emanaba de mi ropa empapada por los ya casi 4 litros que me había tirado encima, se me acercaban y me lamían y/o succionaban la ropa, la mano, el pelo. Vane chistaba suavemente, y les pedía que se retiraran. El ternero del piso, al cual debía alimentar, empezó a retorcerse para alejarme, a caminar, a huirme, Mi método freudiano de crianza de terneros basado en la confianza mutua, el respeto y el cariño no funcionaba.
Entonces apareció Kareen, con el método Smith (que en realidad, es el método correcto) y pasó a explicarme. Hay que subírseles encima, agarrarles el cuello con las piernas, y sostenerlo fuerte. Le metés la mamadera medio de prepo, y le movés la quijada para que entienda como succionar. A los 2 minutos el ternero tomaba leche, daba la patita y traía el diario. El ternero se tomó toda la mamadera y se quedó tranquilito. De más estar decir que los otros terneros no se le acercaban porque ella no derrama leche al alimentarlos, así que anda limpia y como recién salida de la peluquería mientras yo parezco una piltrafa y huelo a vómito.
Nota: en esa imagen tierna donde estoy rodeada de terneritos, hay que aclarar que me parece que uno me vomitó en un bolsillo de la campera. Ah! En unos de mis intentos de aplicar el método Patterson, me subí en un torito que era muy grande y casi me lleva a dar una vuelta.


27/10/09

Cleopatra, la reina del Nilo



Mi tiempo de trabajar comenzó. Ahora, por el momento, ayudo a Kareen a alimentar a los terneros. Así que ese día a las 7am Vane se vistió de paisanita y salió a la guachera a criar guachos grandes y fuertes, que serían el orgullo de los Smith. Kareen explicó todo: se llena hasta acá de leche, se le agrega hasta acá de agua caliente, y se les pone un balde con “mamaderitas” en los corralitos (de ahora en más, los comederos) y ellos toman solos. Easy! Lo saqué al toque. Lástima que olvidó mencionar que los baldes que ella llevaba eran de 20 litros de leche.
De más estar decir que me costó horrores levantar cada balde y moverlo desde donde se cargaba hasta donde estaban los comederos… pero los levanté y los llevé. De más estar decir que los comederos me quedaban un poco altos… pero levanté los baldes de leche hasta esa altura. De más estar decir que de los 20 litros de cada balde, 18 deben haber alimentado a los terneros… y los otros 2 terminaron encima de mí.
Empapé todo: balde, terneros, piso, perro de los Smith que andaba a las vueltas, campera, gorro de lana, bota… todo. Le pedí mil disculpas a Kareen, y le aconsejé alejarse de mis maniobras. Se rió, y me dijo que no había problema. Pero creo que dijo eso porque a fin de mes me va a descontar del sueldo los litros de leche que derramo cada vez que alimento a los terneros. Espero que ninguno muera desnutrido por mi culpa.
Deben saber que se dice por ahí que Cleopatra era muy coqueta y tomaba baños de leche para mantener su piel lozana. Bueno, en unas semanas les diré si los baños en leche son buenos para la piel.




Cuadro de rendimiento Cría de terneros 2009.


26/10/09

El argentino defectuoso


Si hay algo que no les deben haber indicado en el “Manual del argentino” es que de vez en cuando, en cada cargamento de argentinos que llegan a NZ, alguno viene con fallas de fábrica.
Todos deben estar pensando que el defecto es el idioma, que vengan programados en español. Pero eso es lo de menos, ya que las videograbadoras en los 80 y sus funciones de grabado de TV eran más complicados, y aún así la humanidad pudo superarlo y emplearlo. En realidad el idioma era parte de la descripción del producto, así que no podrían quejarse por ello.
El tema es que el argentino defectuoso del cargamento era yo… obviamente. Pronto se supo que mi gran capacidad para expresarme en dos idiomas era en vano si no podía realizar trabajo físico o no entendía mucho de vacas, terneros, cultivos y campo en general.
Lo injusto fue que no me pusieron a prueba en mi campo de acción: el diseño. Me gustaría saber como sería esto si nos hubiéramos venido a laburar a un estudio de diseño, una imprenta, o mínimamente, una librería.
Obviamente, hay un tiempo prudencial para reclamar y pedir un ejemplar nuevo o el reembolso del dinero, pero siempre parece más fácil y rápido tratar de arreglarlo uno mismo que cambiarlo por uno nuevo. Por eso, en vez de pedir reembolso por la parte defectuosa del kit “agrónomo + novia”, intentaron sacarme buena… e insisten en ello.


23/10/09

Livin' la vida loca


Estas noticias (junto con las que aparecen en otras publicaciones) hacen pensar que la vida acá es segura y tranquila… y así es. Los chicos argentinos que viven acá cerca estuvieron casi un mes sin llaves de la casa, por lo que salían y no cerraban. Obviamente, nadie entendía porque estaban tan ansiosos por unas llaves o cual era el problema de dejar abierta la casa. Otro temor argentino inserviblemente aplicado en la sociedad kiwi.
Aún así, hay otras cosas que no salen en los diarios pero se saben al poco tiempo de estar acá. En estos pueblos el que no se emborracha, se droga o se suicida. Y no es que toman de más o se fuman alguna cosita loca… se dan hasta la médula. Se juntan y se queman la cabeza. Obviamente, con la mejor cerveza y las mejores drogas… nada de Diosa Tropical o paco… este es el primer mundo en todo sentido!
Y el tema de los suicidios es así: según “Straight Furrow, NZ’s Rural weekly”, en su edición del día 11 de agosto, tituló su nota de tapa “Granjeros: grupo de alto riesgo de suicidio” (o como sea que quede traducido) y empieza la nota comentando que “cada año más neocelandeses mueren como resultado del suicidio que los que mueren en accidentes de tránsito (…)”.
Con esta vida plana, monótona, con una sociedad que permite que sus gatos pierdan patas en trampas y hay alfombras en el baño con grandes posibilidades de que se llenen de hongos, no los culpo por ninguna de esas tres decisiones.

21/10/09

Police Report (Sponsored by Wyndham Street Race)


Decía el reporte (y sólo mencionaré las notas más relevantes):
“En la noche del 5 de Julio un gallo blanco y una gallina marrón fueron sustraídos de un cobertizo en una propiedad residencial en la calle Nightingale.” Escalofriante! Todavía no han pedido rescate. Se cree que fue un secuestro express.

“La tarde del 7 de julio la policía habló con un joven masculino enojado que causaba problemas afuera de los negocios de Whyndham. Se les recuerda a los padres que deben asegurarse que sus chicos posean y usen cascos de bicicleta, y que no manejen bicicletas en las sendas peatonales fuera de los negocios.” Una generación perdida.

“Tarde en la noche del 17 de julio la policía asistió al staff de Mataura con un joven aparentemente en drogas. Uno de los patrulleros fue dañado por el joven.”

“En la noche del 10 de julio, Diesel ha sido sustraído del tanque de un tractor que estaba estacionado en un potrero cerca de la Calle Coalpit. Cualquiera que note comportamiento sospechosos, por favor avise a la policía.”

Y el broche de oro es una recomendación al final del reporte, al fin de mantener la paz de la ciudad.
“Hay grandes cantidades de fardos de heno apilados en el Wyndham Race Course (creo que es algo de carreras)… Los fardos y sus cubiertas están siendo dañados por los niños jugando en ellos. No sólo es peligroso que caigan los fardos, sino que el daño de los mismos le cuesta dinero a la comunidad. Si ve niños jugando o sabe de niños que lo hacen, por favor avísenos. Cualquiera que sea encontrado en los fardos será procesado y se recuperarán los costos del daño.” Esto es lo que se llama tolerancia cero y mano dura!

 
Prometemos tenerlos al tanto de las novedades de estos casos.


Policías en acción


Ya lo habíamos notado en Auckland, pero nuestras sospechas se confirmaron en Gore: las comisarías (o “police station” como se dice acá) cierran a las 17hs. Y, obviamente, no trabajan los fines de semana (o sólo medio día, no estoy segura).
Hemos visto muy pocos patrulleros en las calles, por no decir que uno o dos. Ni hablar que NO sabemos como es el uniforme de un policía de acá, ya que no vimos ninguno. El número de emergencias es 111, y ahí uno avisa si necesita la policía, una ambulancia o los bomberos. Estoy segura de que si se llama después de las 17hs., atiende un contestador automático, porque a esa hora se termina el mundo en NZ.
Ni bien llegamos, recibimos en nuestro buzón el “Wyndham Messenger”, una hojita de noticias de por acá. Es una hoja A4 impresa de ambos lados y doblada a modo de librito. Tiene clasificados locales y una noticia (si, una sola). Al final viene el reporte policial.
Antes de que sigan leyendo, sé que todos se preocupan por nuestra integridad y seguridad. Estas cosas violentas pasan en todo el mundo, en mayor o menor medida. Hemos tomado las medidas de seguridad necesarias, y hemos consultado a Smith si será necesario comprar un arma. Recuerden que los medios de comunicación siempre exageran las cosas.

14/10/09

Manual de uso del kiwi


En contrapartida al manual del argentino, hemos escrito los primeros lineamientos del “manual de uso del kiwi que nos compró”, en base a observaciones y experiencias propias. Esperemos que se difunda entre los argentinos que se vienen, para que ellos también estén preparados para los choques culturales.

“El kiwi eructa en la mesa y en otros ámbitos. No se asuste si esto sucede, y evite poner cara de asco, ya que no entenderá su sorpresa. No hay registro de reiteradas emanaciones de aire por otros orificios de su cuerpo.”

“El kiwi viola la mayoría de las reglas de pronunciación y gramática del idioma inglés. En el caso de no entender una palabra, intente cambiar la letra i por la letra e, y seguro obtendrá sentido.”

“El kiwi abona todo con tarjeta de débito, por lo que está desacostumbrado al manejo de dinero físico. Por esta razón, probablemente el cajero lo mire mal al pagar en efectivo, pues si bien la máquina le dice cuanto debe darle de vuelto, Ud. lo ha puesto en la obligación de contar.”

“El kiwi es muy atento, llegando a ser cargoso en algunos casos. Aún así, no mostrará interés en aprender su idioma y tratará de explicarle todo mediante ejemplos.”


Manual de uso del argentino


En esos primeros días en Nueva Zelanda conocimos a los otros chicos argentinos que vinieron a trabajar a la zona. Uno de ellos se volvió a Argentina al poco tiempo de estar, supongo que decepcionado por el trabajo, el frío y los kiwis en general. El otro, el Vecino Argentino, se quedó y nos hicimos muy buenos amigos, y nos visitamos frecuentemente.
Los dos son muy graciosos, y comparando experiencias llegamos a varias conclusiones. Estamos SEGUROS de que  la Empresa Consultora (la empresa que gestionó tantos sus contratos como el de Juan) le entrega a cada patrón un libro que habla sobre Argentina y su cultura. Nosotros llamamos a eso “Manual de uso del argentino que compró”, y creemos que tiene anotaciones de este tipo:

“El argentino toma líquido al ingerir alimentos. Para su buen funcionamiento, aconsejamos hidratar a su argentino de manera frecuente. Ofrézcale bebidas y revise que tenga a su alcance líquidos. Ofrézcale bebidas aún después de que haya comido.”

“El argentino puede intentar besarlo. No se asuste si esto sucede. En su país es normal saludarse con un beso. Hay pocas posibilidades de que este contacto físico pase a mayores, pero por las dudas no le acerque niños.”

“El argentino, en su afán por hidratarse, consume varios litros de mate. Mate es una infusión nacional sin efectos alucinógenos conocidos. Suelen consumirlo en grupos, compartiendo un mismo adminículo que pasan de mano en mano. Este ritual suele comenzar a las 18hs, postergando la cena hasta las 22hs aprox.”

“El argentino tiende a agruparse con gente de su misma nacionalidad. Deje a su alcance información sobre la existencia de pares en las áreas lindantes.”


Manos a la bosta!


Por las dudas y por temas de idioma, decidimos o decidieron o no sé por que salí a trabajar con Juan. El primer día Smith nos llevó a conocer la granja, los diferentes lotes, las diferentes vacas, las diferentes cosas. El lugar es enorme y nos llevó buen rato recorrerlo. Nos explicó como regaba, que sembraba, que cosechaba, y demás cosas sobre la granja. Después de almorzar, nos pasó a buscar para que viéramos como era el ordeñe. Y ahí quedó Vane, dentro de una fosa, rodeada de culos de vacas, viendo como cataratas de bosta y pis la rodeaban. Juan ayudó, yo me quedé entre asustada de romper algo y shockeada.
Al otro día, nos enseñaron a alimentar a las vaquitas en los diferentes lotes. Consiste en levantar un cablecito eléctrico con un riel enorme y las varillas clavadas en la tierra que lo sostienen, y volver a plantarlo a unos metros, para que las vacas no se pasen y no coman de más. Haciendo gala de mis inexistentes músculos y mi orgullo, llevé el riel varias veces. Después de almorzar, volvimos al ordeñe y esta vez ayudé a ordeñar y a mover las vaquitas. Ayudé también a limpiar el lugar. Resultado: dos diclofenac de 75gr a la noche y manos en forma de garra.
Al tercer día, nos hicieron hacer lo mismo pero solitos. Alimentamos las vacas y ordeñamos a la tarde. También fuimos a buscar los terneritos recién paridos y los llevamos a “la casita de los terneritos recién nacidos”. Resultado: un diclofenac de 75gr y átomo desinflamante en una pierna.
Al cuarto, se le sumó el cambio de las gomas de la máquina del tambo y la limpieza de las pezoneras. Suena erótico, pero es aburridísimo y cansador.
El sábado hice el día completo de trabajo junto a Juan de gusto, ya que no entendí o no explicaron bien que mi función de traductora ya había finalizado. El domingo, como Dios manda, descansé… y Juan  empezó su calvario de entender y hacerse entender con Smith y Smithicito (Ryan).


7/10/09

Casa nueva, vida nueva


Luego de esa cena, Smith nos trajo a casa… a su casa… nuestra casa… en fin, la casa esa que se veía en la foto que nos mandaron por mail un mes antes de venir, y que era nuestra única referencia sobre nuestra futura vida en Nueva Zelanda.
La casa es enorme, enorme. Tiene tres habitaciones, cocina comedor, living, lavadero, garaje, garaje aparte para 2 autos más, parque y dos baños, que en realidad es uno. Es así: hay un toilette (hablando mal y pronto, un baño con sólo inodoro y lavabo) y un baño (es decir, baño con bañadera con ducha, y otro lavabo). No es que me haya olvidado: acá no hay bidet. Lo más gracioso es que del toilette al baño hay varios metros. AH! El baño tiene alfombra en todo el piso.
Acá todos los ambientes tienen alfombra, exceptuando el toilette, el lavadero, la cocina y los garajes. Los garajes separados no los vimos, porque están con la puerta rotosa y es medio espeluznante. Quizás en algún día libre nos adentremos en ese misterioso lugar. Si desaparecemos, seguro nuestros cadáveres estarán allí.
La decoración no es de la más agradable, pero con el tiempo uno se acostumbra. Es entre setentona, grasa, ostentosa, y kitsch. Mucha madera, mucho plástico, mucha alfombra.
La calefacción es con caldera y radiadores, Es bastante calentito, pero por alguna extraña razón no hay radiadores en las habitaciones. Resultado: ambientes cálidos, pasillos agradables y habitaciones heladas.
La casa tiene dos entradas: una entrada muy elegante, con escalerita y flores, que queda a un costado y a varios metros de la calle, y que nadie usa (ni siquiera los Smiths cuando vienen); y otra principal, que es de vidrio y tiene un caminito directo desde la calle. Parece que es así en todas las casas. No entendemos bien como es el tema de la entrada accesoria pero elegante.




Cosas locas que no puedo dejar de mostrar: Cartel del toilet; sticker setentosa en una ventana; y para golpear la puerta, con imagen del Capitán Cook y la leyenda “El primer europeo en llegar a NZ” (o algo así).

6/10/09

Meet The Smiths

Llegamos a las 19:30hs a lo de Smith para cenar… que para ellos que cenan a las 17/18hs aprox. era como estar trasnochando. Estaba casi toda la familia: la esposa Kareen (se escribe así, porque son complicados para hablar y para escribir por lo visto), el hijo Ryan (que después de verlo escrito en una planilla sabemos que se llama así, porque para nosotros era un sonido parecido a “rshagn”) que tiene 18 años y trabaja en la granja con Smith, otro hijo cuyo nombre no entendimos, no recordamos ni podemos reproducir con un sonido, así que le diremos “sonido extraño”, que era un coloradito que nos miraba y se reía como el rubio de Beavis y Butthead, de 14 o 16 años. Faltaban los dos hijos de Kareen y Smith: Julia de 3 años (colorada) y “Sonido Extraño 2”, de 7 meses y seguramente cuando tenga pelo, coloradito. Los pibes que cenaron con nosotros son de un matrimonio anterior del Smith.
La cena consistió en pork y verduras asadas, las cuales fueron acarreadas a la boca de los kiwis sin mucho protocolo. Estaba rica, aunque con poca sal para nuestro gusto. Durante la cena no ingirieron líquido de ningún tipo, y cuando nos ofrecieron algo de beber (y aceptamos, ya que no habíamos tomado nada en casi 6hs), nos trajeron un mísero vaso de agua a cada uno. Tuvimos que racionarla durante toda la cena, ya que no sabíamos si pedir más sería un insulto o si en NZ el agua es un lujo*.

 

*Este punto se explicará en “Manual de uso del argentino”

Oye apaaa....

El lunes a la mañana, con nuestro equipaje sano y salvo (aparecieron las valijas y Aduana sólo revisó la que tenía la yerba) partimos hacia el Sur de la Isla Sur, más precisamente a Invercargill.
En 4 horas pasamos de Auckland, la gran ciudad, en un avión pequeño, a Christchurch, una ciudad más pequeña. Se notó que el aeropuerto era más pequeño, menos gente, gente más kiwi que internacional. Allí tomamos el último vuelo, ya sí a Invercargill. Este último avión era MUY pequeño, y teníamos que ir caminando por la pista para subir. Al llegar a Invercargill el aeropuerto era minúsculo, ya sin seguridad, ni varias puertas… por poco tenemos que ir a señalar nuestras valijas cuando las bajaban del avión, como en la Terminal de ómnibus de Mar del Plata.
Allí nos estaba esperando el patrón, el Sr. Smith. Es un tipo de unos 40 años, simpático, muy educado, pero que habla con acento kiwi, a mil por hora y como si tuviera una papa en la boca. ¡Aun hoy en día nos es complicado entender lo que dice!
La sensación de Juan fue que acá hablan como unos dibujitos de Hanna-Barbera, que eran osos montañeses, y decían “oye apaaa”… yo coincido totalmente con él.
En fin, Smith, luego de llevarnos a comprar comida a un supermercado (compra que se parecía a esa temporada de Gran Hermano en la cual compraban a contrarreloj porque les cerraban la puerta), nos invitó a cenar a su casa, previo depósito de nuestras valijas y compras en la casa que nos dieron.

3/10/09

Un mundo de sabores


El primer choque cultural, por llamarlo de alguna forma, fue con la comida. Como estábamos en un hostel, teníamos cocina equipada para cocinar nuestra propia comida. Fuimos al supermercado y compramos cosas sencillas para cocinar, ya que por dos días no ameritaba hacer una gran compra. Compramos kiwis a un precio increíblemente barato. Mientras recorríamos las góndolas armamos el menú y compramos los ingredientes: fideos con crema, sopa envasada, sándwiches de lomito y queso.
Primer comida: fideos con crema. Nos llamó poderosamente la atención que los fideos tardaron casi 30 minutos en estar al dente. Pero mayor fue la sorpresa al probar la crema. Era agria, espesa, con una textura extraña. Claro, el problema fue que no compramos crema, sino una especie de Casancrem. Eran incomibles, pero el hambre es más fuerte y nos terminamos nuestros platos a fuerza de sal y pan lactal.
Igualmente, todas las palmas se la llevó la sopa. Compramos lo que pensamos era una sopa de pollo con azafrán, que venía en un sachet muy elegante. Nos sorprendió descubrir que más que era sopa era arroz con azafrán y pollo. Es imposible de describir el sabor de esa cosa. Era algo agridulce, tenía pasas de uvas, castañas, cosas de cajú. Era el vómito de un pollo persa mezclado con azafrán y el relleno de un pan dulce. Juan hizo tripas corazón y comió su porción. Yo me fui a dormir sin cenar.
Por suerte, los sándwiches nos salvaron en las restantes comidas. 

Fin de semana de locura

Nos quedamos viernes, sábado y domingo en Auckland, en un hostel muy lindo. Marian nos compró los pasajes para ir a la isla sur por Internet con su tarjeta de crédito, porque a nosotros nos daba desconfianza comprar con las tarjetas de crédito que Papá nos había dado. El primer temor argentino inserviblemente aplicado en la sociedad kiwi*. A Marian le dimos el dinero de los pasajes en efectivo. En ese hostel conocimos a unos argentinos que estaban de paso para Asia, que nos dieron algunos consejos sobre la vida y cultura kiwi.
Recorrimos muy poco la ciudad, ya que los nervios, las horas de vuelo y el cambio horario nos tenían a mal traer. Caminamos por el centro, compramos la mínima ropa indispensable para que nuestro hedor no fuera tan fuerte, fuimos al museo y a un par de parques de la ciudad.
Nos sirvió para conocer y para darnos cuenta de que los kiwis hablan un inglés medio extraño, con acento, y que cambian todas las letras e de la pronunciación por la letra i.
Hay pocas fotos de este finde porque nos quedamos sin batería en la cámara, y el cargador es de dos patitas redondas y los enchufes de este país son de tres patitas planas.

*Un temor argentino aplicado en la sociedad kiwi es siempre inservible. Cuando digo esto quiero decir que venimos con ideas y miedos que aquí no son útiles, y que se traducen en preguntas y acciones que parecen ridículas en este contexto. En este caso, el temor a comprar por Internet y que te roben la cuenta de la tarjeta no sirve porque la seguridad de sus webs es diferente. Entonces, Marian no entendía porque teniendo tarjetas, le pedíamos a ella que comprara los pasajes, y le parecía una estupidez y una ida y vuelta de dinero innecesaria (y tenía toda la razón).

Bienvenidos a NZ (o a loco y en pelotas)


Lo complicado del viaje fue el arribo.
Primero, la señora de Inmigraciones nos hizo una batería de preguntas sin sentido aparente, sólo para deleitarse viendo como Juan y yo sudábamos pensando que responder para que no nos deporten sin siquiera haber visto por la ventana del aeropuerto. Al final la mina sólo nos estaba boludeando, y nos dio la bienvenida al país de los kiwis.
En la Aduana no tuvimos ningún problema, ya que Aerolíneas Argentinas perdió nuestro equipaje, por lo que los agentes de la aduana no lo revisaron. Nuestras semanas de preocupación por la cantidad de yerba, la limpieza de la suela de los calzados, la cantidad de pastillas anticonceptivas que había en las valijas y los cueros para hacer artesanías de Juan fueron de gusto.
Hicimos la denuncia del extravío frente a un asombrado señor kiwi que no podía creer que nos hubieran perdido 4 valijas en un vuelo sin escalas, el cual nos entregó un bolsito de lo que serían “primeros auxilios higiénicos”: shampoo, hisopos, cepillo de dientes, pasta dental y una remera de algodón
Luego de esta decepción, salimos al aeropuerto con la sensación de ser unos sucios indigentes en un país desconocido, y nos encontramos con otra sorpresa: Marian, la mujer de la Empresa Consultora que contrató a Juan, no estaba esperándonos. Tratamos de llamarla al celular con una tarjeta de teléfono que nos obsequiaron al cambiar dólares americanos por dólares kiwis, pero fue en vano. Así que éramos unos sucios, indigentes, en un país desconocido, solos y sin saber como usar el teléfono público. Era una imagen tragicómica, incluso para nosotros.
Por suerte, luego de llamar a medio NZ, logramos comunicarnos con la Empresa Consultora, que se comunicó con esta Marian, que nos fue a buscar al Aeropuerto.





Con ustedes, el kit. Nos cambiaron todas nuestras pertenencias por productos pequeños de primera marca y una remera de algodón de cuarta.